Internet: nueva ventana del cine
Tengo un recuerdo difuso de la primera vez que fui al cine. Era muy mayor comparado con los niños hoy, tenía 9 años y mis padres me llevaron a ver “To er mundo e…güeno”, el bombazo del momento. Yo estaba encantado, probablemente ni entendí la peli, que no es más que una serie de gags y bromas de los que ahora hay cientos de programas en la tele, pero para aquel momento era una novedad. Sí recuerdo bien mi segunda vez. Quicksilver y E.T., en sesión continua, en el cine España de Carabanchel, donde vivía. Lo recuerdo porque con ese monigote y Elliot no dejé de llorar hasta un buen rato después de la peli. Y siempre que la veo me pasa. No me pasa con ninguna otra. ¿Será por la evocación a aquel momento? Después, siendo un crío me iba yo sólo todos los días al cine de verano. Y con la llegada del vídeo era un consumidor incansable de películas. El cine era magia para mí. Es magia. Por mucho que cambie el formato o el canal de distribución siempre será magia. Me hará transportarme a u...