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Mostrando entradas de marzo, 2017

La teoría del enemigo común

Cuando un extranjero viene a España hay algo que no entiende. Disfruta de nuestra hospitalidad, admira nuestra alegría y se hace partícipe de la riqueza histórica, cultural y medio ambiental de nuestro país. Pero una cosa no le entra en la cabeza. ¿Por qué los españoles estamos siempre a la gresca unos con otros? Es cierto que en sus países de origen también tienen sus cosas (muchas), pero como naciones casi todos entienden que son mucho más fuertes cuando tienen un mismo objetivo y se unen para alcanzarlo. Hay cosas que no se cuestionan porque están en el ADN de sus pueblos. Unidos tienen más opciones. Pero también saben que nosotros no somos así y por eso somos débiles, muy débiles. Incluso nos califican de cobardes sin decirlo, y no les falta razón muchas veces. Sólo nos oyen quejarnos y tirar piedras contra nosotros mismos, con poco reconocimiento de virtudes, que alguna, como pueblo, tendremos. Claro, llevamos más de mil años como “nación” y más de mil años de divisi

Cuando todo sale mal...

Hay momentos en la vida que parece que todo es negativo. Ese típico día en que se encadena desgracia tras desgracia como si una maldición divina hubiera caído sobre uno y fuera imposible volver a levantarse. ¿Os suena? Eso de “hoy todo sale al revés…” Hay veces que ese “hoy” se convierte en una dinámica constante de catastrofismo. Parece que nunca cambiará. Un martillo pilón que cada momento hace el hoyo más profundo. Pero de repente, como por arte de magia, sale una cosa bien, y encadena con otra y con otra y anda, con otra más…y parece que cambia la suerte y ya sí sonreímos. Pues ni tanto ni tan calvo. Las dinámicas, tanto para bien como para mal, las originamos nosotros. Es difícil muchas veces salir de una espiral en la que uno va encadenando una sobre otra. Es difícil romper ese bucle que viaja a la velocidad de la luz y que no vemos como detener. Pues no. Stop, relax, hold, llamarlo como queráis pero en cuanto se detecta ese inicio de caída libre darle a la

Soy catalán…y por tanto español

Soy David. Nací en un pueblo fantástico que se llama Amposta, en el Delta del Ebro. Realmente fue allí, porque en el pueblo de al lado, en que vivían mis padres, Sant Carles de la Rápita, igual de maravilloso, no había hospital. Sant Carles y Amposta pertenecen a la provincia de Tarragona, y forman parte de Cataluña. Por tanto, soy catalán. Pasé parte de mi infancia allí. Mis padres no son catalanes y estaban allí por razones de trabajo. Cuando destinaron a mi padre a Madrid, aquí nos movimos todos y desde entonces he vivido siempre en la capital. Madrid es una ciudad increíble. Es la ciudad que hace que nadie se sienta extraño, sea de donde sea. Todo el mundo es bien recibido y tiene su sitio. De hecho es difícil encontrar lo que llaman “gatos”, que son madrileños con abuelos y padres madrileños. Aunque en Madrid nadie es extraño, ser un niño catalán, hace 30 años, no era tan sencillo. Sobre todo si te gusta el fútbol y eres del Barcelona. Los tópicos de tacaño, segu