El pueblo sabio
En un lugar muy, muy lejano, había una vez un pueblo donde todos los habitantes eran sabios. Cuando uno preguntaba a otro por un asunto concreto siempre recibía una respuesta inteligente, argumentada, basada en su conocimiento y comunicada con gran ocurrencia. Era un pueblo que vivía en armonía, o eso decían. Un pueblo solidario en la desgracia, abierto al que venía a pasar unos días para conocerlo, alegre cuando había un gran éxito conjunto. Era un pueblo arraigado a su tierra, con múltiples tradiciones, con una gran capacidad de improvisación y con una estructura económica y social que había permanecido sin cambios durante mucho tiempo. Cada vez que un forastero llegaba se le hacían dos preguntas. De dónde eres y por qué has venido aquí. La respuesta podía condicionar el comportamiento del pueblo hacia el visitante. Al ser un pueblo sabio todo el mundo sabía que no era lo mismo un señor rico que venía a pasar unos días a uno pobre, que no era sabio (por eso era pobre) y...