La importancia de la cultura
La
tercera acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
define cultura como el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y
grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo
social”.
Es
decir, la cultura se corresponde con una serie de elementos que compartimos
dentro de una comunidad en un momento del tiempo.
Esa
comunidad puede ser un país, una región, una localidad, una familia, una
empresa, una institución y todo aquel grupo organizado que se os pueda ocurrir.
La
cultura une. Cuando cualquier comunidad está cohesionada es porque hay una
serie de “cosas” detrás que producen ese alineamiento.
Son
“cosas” tangibles e intangibles. La música, la literatura, la pintura, la
gastronomía, los símbolos, pero también los valores, las creencias, la formas
de actuar, la manera de resolver conflictos…
Por
el contrario, cuando veis una comunidad dividida, es porque no existe esa
cohesión en esos elementos. Cada uno va a su bola.
Es
fundamental aquí el papel de los referentes, los líderes, que son los que
motivan a la comunidad para que todos tengan el mismo orden de prioridad sobre
lo que los conecta. Los líderes tienen que dar ejemplo y ser honestos con lo
que piden a los demás. Si no son coherentes entre lo que dicen y hacen o no
señalan claramente el camino que visualizan, la comunidad se rompe. Lo vemos a
diario.
No
estoy hablando de política. Hablo de cualquier grupo de personas.
Por
ejemplo, podemos verlo en la cultura de las empresas. Cada empresa, como
organización o comunidad que es, tiene sus propias maneras de hacer las cosas, unas
formales y otras informales, pero sustentadas en unos valores, en una misión y
en una visión. Incluso cada parte de esa
empresa, a veces, se divide en pequeñas áreas que tienen a su vez su propia
cultura de grupo.
Aquí
cobra mucha relevancia la figura del líder y sobre todo de los líderes de esos
grupos más pequeños dentro de la comunidad. Su grado de cohesión y colaboración,
marcará el nivel de unidad de los que trabajan con ellos, y por tanto de toda
la organización. La falta de alineamiento por perseguir intereses distintos
(medallas personales, exposición hacia los jefes, poder, dinero…) puede llevar
al desastre interno y al caos.
Cuando
escucháis que tal o cual organización está en un proceso de transformación,
cambio, digitalización, etc., no penséis en robots que sustituyen a los
humanos, pensar en un cambio de mentalidad, de maneras de hacer las cosas, de
dinamizar cada esquina de esa organización, en definitiva, un cambio de
cultura. Sin ese cambio no se puede producir lo demás, o, mejor dicho, sí se
puede, pero será un fracaso.
Pensar
en vuestros grupos de amigos. Cuando alguna de las personas que lo forman y que
el resto identifica como referente, cambia una manera de actuar propia del grupo,
por ejemplo, la de reunirse todos en el mismo sitio el mismo día de la semana y
pasar a hacerlo otro día en otro lugar, el grupo cambia con él o ella y si no,
se divide. Claro, cuando se hace mediante imposición, por el artículo 33, el
referente puede dejar de serlo rápido y el que sale del grupo es él.
Vamos
que es necesario tener alineada al resto de la comunidad. No se trata de que
todos vayan como borregos detrás de un “líder”, no, no es eso. Se trata de que
todos entiendan y compartan las motivaciones principales, los objetivos, los
valores y la manera que tiene de hacer las cosas, cada uno con su estilo, pero
con un mismo fondo.
En
la empresa, cuando surgen intereses interdepartamentales y no hay colaboración
con ese poso de fondo que cohesiona al conjunto, se producen brechas que son
muy difíciles de cicatrizar después. Vivimos en el mundo de la colaboración,
que debe estar regida por los mismos principios.
Hoy
día hay much@ lob@ solitari@ y mucho personaje que se convierte en expert@ en
dividir. A veces inconscientemente o por ego, otras como estrategia
preconcebida en búsqueda de su propio interés. Estos personajes son los que
ponen a prueba la verdadera fortaleza del conjunto. Si consiguen su objetivo,
es que no había cohesión, era sólo de cara a la galería.
Si
no lo consiguen es que el grupo no tiene grietas. Tendrán sus discusiones y sus
puntos de vista distintos muchas veces, pero no hay grietas. Y ahí, amig@s,
reside la fuerza de la unión.
Tener
mucho cuidado con este tipo de personas. La tecnología, que usada con valores
es un arma positiva, se convierte en un arma poderosa, pero negativa, cuando se
utiliza para destruir. El altavoz que ofrecen redes sociales o herramientas de comunicación
interna entre grupos, los expone al ataque de l@s expert@s de la separación. En
realidad, son personas frustradas o muy cabreadas con el mundo, que no soportan
ver a otr@s unid@s. No hay que convencerlas de nada, hay que ayudarlas a
descabrearse para poder aportar al conjunto.
Cada
miembro de un grupo tiene que aportar algo. No es necesario ser el guía, es
necesario entender que, además de compartir principios y objetivos, cada un@
tiene una función. Cuando alguien no aporta surge el conflicto. La cultura
también ha de establecer el mecanismo para resolver el conflicto. Si no se
resuelve el grupo se parte.
Nuestro
país se enfrenta a un momento crucial. Somos una comunidad, dividida en miles
de grupos más pequeños. Si no tenemos nuestros principios y valores como
sociedad claros, lo pasaremos mal. Si no colaboramos unos con otros, lo
pasaremos mal. Si jugamos a ver quien la tiene más grande, acabaremos mal. Si no
reconocemos las posibilidades de aportar del otro, acabaremos mal.
Ojalá
seamos capaces de ver las enormes posibilidades si tod@s remamos junt@s. Si
dejamos que l@s cabread@s con el mundo nos manipulen, nuestro futuro será muy
difícil. No dejemos que eso pase.
#impossibleisnothing
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