Si yo mandara...
En
España vivimos 46,5 millones de personas según el censo de población de finales
de 2013. Eso quiere decir que somos 46,5 millones de seleccionadores de fútbol,
tertulianos, políticos, expertos en prima de riesgo, jefes de escudería de F1,
jueces, periodistas y recientemente, incluso médicos, enfermeros y veterinarios
por el tema del ébola y la posible o no transmisión de animales.
Vamos,
que somos gente cultivada. Sabemos de todo.
Pues
como jugamos a ser los más listos de la clase, hoy me voy a permitir serlo yo.
Desde la humildad (como solemos decir) pero queriendo convenceros de que llevo
razón en todo, que parece que es el deporte nacional.
Tener
la última palabra y llevar la razón…no se sabe muy bien con qué fin salvo
“tenerla más larga”.
En
serio, os dejo algunas reflexiones y medidas que desde mi entender (que puede
ser erróneo) son necesarias hacerse para darle la vuelta al Estado de Depresión
Nacional en el que estamos y a la percepción tan negativa que tenemos de
nuestro país.
Si yo mandara cambiaría la madre de todas las
leyes. Es obvio, lo quiere la mayoría, pero da mucho miedo. Va más allá de
decidir si esto es una República o una Monarquía Parlamentaria (sinceramente no
creo que sea relevante ahora mismo). Es más profundo. Se trata de fijar como
nos relacionamos entre territorios y que solidaridad hay entre los mismos. La
Constitución está mayor y debemos actualizarla. Ha envejecido más rápido de lo
previsto pero gracias a eso hemos tenido la etapa más prospera de crecimiento y
bienestar de nuestra Historia. Ahora la toca ITV.
Ni la Organización
del Estado, ni la Administración, ni el desarrollo de competencias ni la
financiación autonómica ni muchas otras cosas nos gustan a la mayoría y creemos
que están obsoletas. Las bases son muy sólidas gracias a gente que en su
momento sí lo hizo bien, pero el desarrollo de esas bases necesita un lavado,
profundo, de cara, cuerpo y de todo.
Si yo mandara cambiaría lo antes posible el
modelo de financiación, que va muy relacionado con el modelo de organización
territorial y con la honestidad de los Gobiernos Autonómicos y la compensación
del Estado Central.
Dejarme
que os cuente una historia real. Tengo un amigo que se pasó de los 18 a los 25
sin apenas salir de casa salvo a clase y a trabajar. Pocas fiestas en “los
mejores años”. Curró para pagarse la carrera y sacó muy buenas calificaciones.
Lo ficharon en una gran multinacional y años después creó su propia empresa que
además va muy bien. … Se lo ha currado y mucho. Muchas horas, esfuerzo, coste
personal, no saber si mañana tendrás para comer… Ahora gana mucho dinero y da
trabajo. Es rico y vive bien, aunque jamás volverá a tener 18 ni 25 años.
Preguntaros
ahora ¿es un pijo capitalista que tiene que estar constantemente pidiendo
disculpas por el éxito?. En un país de envidias quizás si….
Extrapolar
esa situación a Comunidades Autónomas. El desarrollo regional sirvió en su
momento para aliviar tensiones y nutrir de cierta identidad nacional a algunos
territorios que así lo demandaban (y sienten) por razones históricas.
Pero el
desarrollo autonómico exige sensibilidad en cuanto a la velocidad a la que
puede ir cada región y a los mecanismos de compensación y solidaridad entre regiones.
Con criterios estrictamente económicos y no populistas de primar o subsidiar
aquellas “bolsas de población” que me dan más votos.
Hay
Comunidades que han sido como mi amigo y que se lo han currado, llegando a un
desarrollo regional espectacular y otras que no, seguramente por mala gestión o
por verse seducidas por el cortoplacismo. ¿Cuál es entonces el mecanismo de
solidaridad a aplicar? Lo fácil es empezar con las etiquetas y llamar a unos
los ricos y a otros los pobres. Pero seso, ¿es realmente así?
El
problema principal en cuanto a la organización del territorio de nuestro país
es un problema económico, al igual que las rencillas entre familias.
Dichoso
dinero.
Es un
problema de recursos, de formación, de gestión de financiación y de los que han
hecho los deberes durante 30 años, los que no, los que no les dejan progresar
más porque son “superdotados”, los que no tienen atención especial por ir
debajo de la media y ralentizan al resto.
Es una
discusión de solidaridad y de decisiones óptimas, no en base a ganar más o
menos votos. Si lo hacen bien ganaran votos, no hace falta ser populista para
ello cuando conviene.
Por supuesto respetando identidades y cultura regional. Eso nos da más fuerza. Eso debe unir, al igual que nos envolvemos de la cultura de otros lugares cuando viajamos. ¿Por qué va a dividirnos que determinadas regiones tengan identidades particulares?.
Respeto a la multiculturalidad pero dentro del conjunto.
Desde
mi punto de vista esto se arregla con un Estado
Federal en que cada territorio gestione lo que genera, con unas directrices
comunes (sanidad, educación, pensiones, etc, que deben ser consensuadas entre
todos) y pagando un fee, una cuota fija y otra variable al Estado Central para
que ponga en marcha mecanismos de compensación y solidaridad, así como para
atender servicios centrales como por ejemplo Defensa o Cuerpos de Seguridad del
Estado. ¿Qué es eso de policías regionales, bancos regionales, embajadas
regionales…?
Para
atraer inversión y tener opciones de crecer se necesita confianza externa y pleno
desarrollo del potencial. Esto hay que ponerlo en la balanza del conjunto y
apostar, arriesgar.
Y
volvemos al principio. Suponen un cambio de la Constitución y un amplio cambio
de las leyes que condicionan ese desarrollo autonómico y de nuevas leyes
que delimiten bien las líneas rojas. Un buen órgano supervisor con capacidad
Nacional que ponga en evidencia aquello que no es eficiente y delimite unos
topes de endeudamiento. Además que levante la basura que haya que levantar para que se pueda limpiar.
No hay
otra. O seguimos escondiendo la cabeza o atajamos el problema de raíz.
Esta es
la alternativa a esta sin razón que va a acabar llevando a un enfrentamiento de
la sociedad catalana o de otras Comunidades Autónomas, simplemente porque en
tiempos de crisis es cuando se han puesto de manifiesto las miserias.
Si yo mandara no dejaría que los organismos
públicos vivieran por encima de sus posibilidades. Sé que el tema de la deuda
no es popular y que hay otras visiones que dicen que mola más dejar de pagar. Pero
seamos realistas. Para crecer (igual que para cambiar de casa a una mejor) nos
tenemos que endeudar, con lo que ello supone. Vivir por encima de lo que
podemos devolver, significa condenar a nuestros hijos a una herencia fatídica y
eso no debemos permitirlo como Nación.
Lo digo
más claro. Si Cataluña tiene muchas más posibilidades de desarrollo o
crecimiento que Andalucía, no tiene por qué ser uno el rico y otro el pobre o
uno la locomotora y otro el lastre. Deben tener su propia velocidad como
decíamos antes y sus propios niveles de endeudamiento. Siempre con un mecanismo
central de equilibrio y solidaridad, que no de reparto, ojo.
El que
genera más debe repercutirlo entre sus habitantes y el que genera menos debe ser
apoyado estructuralmente para ponerse al nivel del resto. Precisamente en aras
de buscar esa igualdad de oportunidades.
No
seamos ilusos y queramos que Extremadura y Madrid por ejemplo tengan el mismo
volumen de servicios, prestaciones, aeropuertos, etc. No tiene sentido que haya igual número
de hospitales en dos Comunidades Autónomas que no tienen nada que ver. Tiene
que haber una dimensión de presupuesto, servicios y endeudamiento acorde a su
capacidad y no al populismo de politicuchos que lo que quieren es ser
reelegidos.
Bajo mi
punto de vista, habiendo citado a Andalucía o Extremadura (aposta), os diré que creo que
en verdad son esas las Comunidades Autónomas con mayor potencial de todas pero
han tenido gestores nefastos que han fomentado el populismo sin estimular suficientemente un desarrollo que árabes y romanos vieron durante más de 15 siglos.
El
populismo y las regiones grandes dan muchos votos sí. Pero tratarlas como el “hijo
tonto” las pone en el furgón de cola. El sur de nuestro país es muy rico.
Mucho. Entonces, ¿por qué registra los mayores índices de pobreza?. Hay que ver
el problema en términos económicos y de eficiencia y desarrollo, no en términos
electorales.
Si yo mandara pensaría cómo mi país puede ser
más eficiente para competir con otros. Desde ese punto de vista económico
pensaría en tener unos servicios centrales comunes. Comprar conjuntamente, una
única autoridad bancaria, un único sistema informático común que ayude a la
gestión, etc…
Si yo mandara no permitiría que la Justicia
tardase 8 años en decidir qué ha pasado en una gran estafa como Afinsa y Forum Filatélico. Ni
dejaría que tanto chorizo de guante blanco esté de rositas o paseándose por
Instituciones o Consejos de Administración.
Pero claro, si uno va a un juzgado
de lo mercantil o de lo penal puede alucinar con la montaña de papeles que hay
y con la profunda desmotivación de los funcionarios.
Para
que la Justicia funcione bien tiene que haber unos medios y a los profesionales
valorarles por su rendimiento, no por si aprobaron o no oposiciones. La
Justicia puede ser mucho más eficiente. Seguramente necesita más jueces y una mejor organización. ¿A qué esperamos?
De
entrada necesita un sistema informático común que no existe y después unos procedimientos
claros, fáciles de entender y simples en su ejecución para los ciudadanos, que
permitan agilidad y que penalicen al que abuse del uso de los mismos. La
justicia debe garantizar la seguridad jurídica y al mismo tiempo ser ágil, sin
egos, sin jueces estrella…Sin una burocracia absurda que dilata y dilata y
dilata…
Y
claro, con INDEPENDENCIA. No puede ser que en función de las ideas políticas de
magistrados se tomen unas decisiones u otras. Las convicciones políticas y
morales se dejan en la puerta del juzgado. Cuando se ponen la toga se tienen
que remitir a hechos, sin interferencias de políticos ni de medios de
comunicación de ningún tipo.
Si yo mandara os aseguro que toda la basura de
casos de corrupción o de ambigüedades en su tratamiento y de colaboraciones “opacas”
con la justicia por parte de los poderosos no pasaría más o costaría muy cara
al susodicho.
La ley
es igual para todos, caiga quien caiga. Y además hay que hacerlo en tiempo y forma.
Ningún poderoso puede tener privilegios y reírse de todos nosotros por el hecho de que “le
da miedo” a quien le juzga el aplicar la ley. Se acabaron tratos de favor,
tráfico de influencias, mafioseo e indultos. Este país no aguanta ni uno más y los
ciudadanos estamos hartos de ello.
Eso sí,
no metamos a todos en el mismo saco. Reseteemos el sistema y forcemos a la
honestidad y transparencia de los que nos representan. Muchos de los que hay, hoy estarán encantados con eso porque no tienen nada de lo que avergonzarse. A
los que no nos sirvan los mandamos a su casa. Se llama urnas y esas les duelen
de verdad. Un sistema de listas abiertas no vendría mal.
Si yo mandara las negligencias de funcionarios
de alto rango o con responsabilidad se saldarían con dimisiones. Los errores
humanos y su reconocimiento son comprensibles e incluso pueden ayudar a
avanzar. De hecho lo hacen. ¿Quién no se equivoca todos los días y con ello
aprende?
Sin
embargo el error humano recurrente y sistemático ya no es algo casual. Es algo
que responde a un fallo de proceso o de organización o competencia. Si hay que
despedir a funcionarios se les despide, con las salvaguardas que sean
necesarias pero se les despide y si hay que cesar a un ministro se le cesa.
Los que
nos gobiernan (ojo, y los que nos representan en las Instituciones) tienen un
compromiso de comunicación, transparencia y honestidad con los ciudadanos. Si
no son capaces de cumplirlo NO PUEDEN REPRESENTARNOS y por tanto deben dimitir.
Basta ya de asignar cargos a dedo a incompetentes y que cuando la cagan no pase
nada.
Las
responsabilidades se les deben otorgar a personas con capacidad
(independientemente del color político) y sobre todo con actitud, motivación y
con visión e ideas claras.
Si yo mandara alinearía a toda la organización,
en este caso el Estado. Haría una ley de funcionariado nueva. Se acabó el puesto
de trabajo vitalicio. TODOS debemos ganarnos el puesto todos los días.
Pero
claro, tampoco pueden pagar justos por pecadores. El trabajo que hace cualquier
persona debe ser ilusionante. Tiene que haber una motivación y un sentido para
cada tarea. No sólo monetario sino intangible, de satisfacción personal y de
superación. Se llama VISIÓN y es importante que esté en el ADN de cualquier
organización.
Y eso
hoy en día es utópico en la Administración Pública donde en muchos organismos
parece que te hacen un favor al atenderte además de tratarte como un borrego.
Debe
haber índices de satisfacción del servicio y controles de calidad. Si no se
cumplen los niveles de exigencia se tienen que tomar medidas y quizás dar la
oportunidad a otras personas. Igualmente se debe retribuir por valía, en unos
rangos, pero por valía y cumplimiento de objetivos. Se trata de hacer que una
Administración de todo un Estado se alinee en cuanto objetivos, actitudes,
visión de lo que hacen y motivación para un buen desempeño, anticipando problemas, no generando más.
Si yo mandara me encargaría, y muy mucho, de “vender”
a los ciudadanos las bondades de nuestro sistema sanitario, que es de los
mejores del mundo. Es algo que nos hemos currado todos y de las cosas que algunos
políticos responsables (pocos, pero que también los ha habido, me da igual el color) se han
ocupado de mantener. Debemos protegerlo y mejorar sus deficiencias.
No se
trata de recortar o despilfarrar. Se trata de dimensionarlo correctamente.
Hace
muy poquito había el mismo número de hospitales en una Comunidad Autónoma con 1
millón de habitantes y en otra con 7. ¿Qué sentido tiene eso? Se trata de
dimensionar y hacer cosas lógicas. Apostemos por la sanidad pública para cubrir
los ámbitos de salud pública y aquellas enfermedades con un coste impagable por
los ciudadanos.
No
seamos más papistas que el papa a la hora de querer cubrir con la sanidad
pública cosas que no son enfermedades. Si alguien quiere hacerse una operación
de cirugía estética o de cambio de sexo que se la haga pagando. Pero que no me
venga nadie diciendo que qué Estado Intolerante por no hacerla sin una razón
médica. Hombre…seamos serios.
Igualmente
os digo que el sistema debe penalizar a los ciudadanos que abusan de él. Que
van a urgencias como si fuera la churrería porque “es más rápido”, “me miran
todo” y “puedo ir cuando no hay nadie”. Hombre, cuidemos el sistema.
Defendámoslo, usémoslo cuando es necesario pero por favor, protejámoslo.
Si yo mandara orientaría el país hacia lo que
sabe hacer o es capaz de hacer mejor. Sabemos que el turismo se nos da de
miedo, al igual que la investigación o el diseño. No se nos da de miedo la
fabricación, que le vamos a hacer. Quizás es un tema de mejora de procesos y de
medios. O de formación.
A lo
que voy, seamos números uno en investigación o en desarrollo o en fabricar
latas o en lo que sea pero no queramos ser números uno en todo y en nada.
Focalicemos nuestras energías. FOCO.
Os
pongo ejemplos; Corea del Sur y Singapur. Países empobrecidos hace 20 años que
dieron un cambio radical a su sistema productivo y educativo. Hoy están en la
vanguardia tecnológica del mundo.
Para
ello es necesario un sistema educativo fuerte. Es una gran virtud, repito una
gran virtud, el tener un sistema público como tenemos. Es una gran vergüenza que
coseche el grado de fracaso escolar que cosecha y que no tenga una dirección
clara, con tanto cambio de ley e intereses políticos y religiosos.
El
sistema ha de ser para todos. Basado en el respeto, ojo RESPETO y la tolerancia
a los demás. Necesitamos un par de generaciones de jóvenes con la mente “limpia”,
que no digan “qué crack” al que defrauda, al que hace trampas o al que se cuela
en la cola del pan.
¿No os
ha pasado discutir con alguien de algún tema con opiniones distintas y al final
acabar escuchándose sólo así mismo? ¿A ver quién gana? ¿Quién sabe más?
Hay que
repensar el individualismo actual y enseñar a los más pequeños qué significa
vivir en comunidad, qué valores compartimos y promover las circunstancias para
que aflore una conciencia social que les motive para mirar por el conjunto y no
sólo por sus propios intereses.
Vivimos
en una sociedad individualista. Cuando voy a otros países me doy cuenta que no somos los únicos y que el propio sistema
capitalista fomenta en parte esto. Pero hay formas y formas de entenderlo.
Admiro los alemanes o los japoneses en ese sentido. Nadie se cuestiona hacer
trampas. No se cuestiona el hacer algo que les beneficia cuando no les miran.
Obviamente hay excepciones, pero no generalidades…Aquí estamos más por lo
segundo que por lo primero y no me gusta.
Somos
una sociedad maravillosa y respondemos como tal cuando se nos pone en el
extremo (atentados, emergencias, etc) pero no miramos como regla general por el
interés del conjunto. Importa más llegar a la hora a la reunión saltándose los
semáforos que el riesgo de atropellar al que cruza. Somos así, “echaos pa’ lante”,
pasionales…Y está bien, pero canalicémoslo con respeto. Sabiendo que nuestra
libertad no es ilimitada.
La
educación es fundamental y las bases del sistema son muy buenas. En otros
lugares no pueden estudiar aquellos que lo deseen. Esto es algo magnífico que
nosotros tenemos. Cuidémoslo y mejorémoslo. Programas claros, foco en lo que
queremos ser líderes y basado en el respeto y la honestidad.
Y permitirme añadir una cursilería
que nos define como personas…el amor.
Si yo mandara no toleraría la difamación. La
libertad de expresión e información es básica en un estado de Derecho, pero no
es infinita. Es injusto que se “juzgue” públicamente en un país a cualquiera,
por muy grave que sea lo que ha hecho, a través de medios, de redes sociales,
de tertulianos que se creen con derecho a lapidar a cualquiera. Hay que poner
límites.
Ya sé que alguno diréis, uy, iba bien hasta aquí y me estaréis identificando ahora con esas etiquetas que tanto nos gusta poner de censor, facha, retrógrado. Verlo como queráis pero no puede ser que se atente contra la
dignidad de personas en todos los medios y salga gratis, máxime cuando encima
después se demuestra que son inocentes. ¿Os suena algún caso reciente?
Tiene explicación. Esto pasa por el cabreo de la gente que al final encuentra un canal para
externalizarlo en esos “representantes” de colores (siempre tienen una ideología enfrentada) de tertulia.
Me pregunto si en un
Estado donde la educación tuviera un alto componente de respeto, donde la
honestidad fuera una obligación, donde se confiara en los gobernantes, donde
las cuentas fueran transparentes y donde la justicia funcionara de manera más
ágil e independiente, esta medida no fuera necesaria porque los propios comunicadores se adaptaran a esa situación.
Si yo mandara no tendría miedo a innovar. A
resolver nuevos y viejos problemas con nuevas soluciones, sin arrodillarme ante “mis
socios”. Informando y consensuando en la medida de lo posible, pero sin
complejos. Un país con 27% de paro debe ser soberano, incluso dentro de una
organización supranacional. Ajustes sí, pero con un tiempo razonable…
Si yo mandara no perdonaría al que engañase al
Estado. No perdonaría el fraude de los poderosos pero tampoco de los ciudadanos
a los ciudadanos. Sería muy duro con los que mienten respecto del paro o hacen “truquitos”
para pillar subvención o abusan de los servicios públicos. Les obligaría a
mover el culo y a no perjudicar a aquellos que realmente necesitan todo el
apoyo y protección del resto de la Sociedad.
Engañar
saldría caro. No podemos permitir que nosotros mismos nos estemos perjudicando
con trampas. Bastante tenemos con los poderosos que os garantizo que tendrían cárcel
para aburrir. No caigamos en lo que criticamos. Recordar, RESPETO.
Si yo mandara protegería lo que importa…y
dejaría a este país que en verdad, no lo
iba a conocer ni la madre que lo parió.
Sin excusas y con hechos.
Menos
mal que no mando…cuanto que hacer.
Y algunos
que os lo queréis perder...no seáis tontos y uniros
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