Los problemas y su raíz

Los problemas no se resuelven solos. Pueden darse circunstancias temporales que ayuden, unos lo llaman suerte, pero es flor de un momento, no resuelven por arte de magia.

Los problemas necesitan de la toma de decisiones. Necesitan corazón para comprenderlo, valentía para tomarla y cabeza para ejecutar.

Mientras existe la raíz, por parches que pongamos, existirá el problema. Estará latente. Otra cosa es que no le demos importancia o que podamos ir "pateándolo" hacia adelante. Pero no nos engañemos, seguirá ahí.

Puede ser inteligente el elegir el momento adecuado para resolverlo. Como pasa muchas veces en deporte, controlar el “tempo” puede ser fundamental. Pero es importante el equilibrio entre el “encontrar el momento” y que “no se haga una bola”.

Para no resolverlo siempre hay excusas. Para todo lo que no queremos afrontar siempre las encontraremos. No hace falta irse al entorno macro, nos pasa con los hijos, la pareja, los amigos, la familia, el trabajo. Es nuestro día a día.

Nuestro mundo es un continuo desequilibrio, o como diría un físico, un equilibrio inestable. Hay acontecimientos horribles, muy recientes, que lo ponen de manifiesto. Allá donde existe un desequilibrio profundo hay una raíz que lo produce. Las cosas no surgen por generación espontánea.

En Europa nos escandalizamos cuando hay actos infames y absolutamente injustificables como los atentados, o hechos graves pero no de esa magnitud como el drama de los refugiados o incluso las tormentas económicas y financieras que sacuden algunos países por momentos.

Nos llevamos las manos a la cabeza y nos convertimos en tertulianos de postín con fotos que atacan nuestra propia dignidad, discutiendo con nuestro entorno cercano sobre los diferentes puntos de vista. Eso sí, queriendo llevar razón siempre e interpretando “nuestra verdad” como verdad absoluta. Siendo la situación de victoria mucho más importante que el problema que se discute.

Si esto nos pasa a nosotros en el día a día, imaginar los políticos o mejor, los políticos en elecciones. No importa el problema, importa ganar dialécticamente.

Pero lo cierto es que no queremos solucionarlo. Lo repito, leéis bien, no queremos solucionar los problemas que no nos atacan directamente a nuestro día a día y de los cuales nos lamentamos cinco minutos cuando vemos una foto que nos llena de vergüenza de, por ejemplo, un niño muerto en una playa.

Lo digo otra vez. Somos unos egoístas, intrínseco a nuestra condición humana, y no queremos solucionar la raíz de los problemas que no nos afectan directamente. Cargamos toda la responsabilidad en otro sin ni siquiera preguntarnos si una millonésima parte de esa responsabilidad puede tener que ver con nosotros.

Ahora con la Navidad esto mola mucho más. Nos volvemos buenos en 20 minutos con operaciones kilo o tele maratones. Con eso ya lavamos una parte de nuestra conciencia.

Pero no señor@s. No me vale eso de “es imposible” (dichosa palabra de mierda) o “no se puede” o “no está en mi mano”. Todos tenemos la posibilidad de hacer cosas. Unos de hecho, desde una posición más privilegiada que otros, pero todos podemos (que nadie lo asocie con ninguna opción política).

No valen las excusas. Sólo hay contadas excepciones de personas extraordinarias que sí se implican en problemas que no son “suyos”.

Estoy harto de escuchar tanta demagogia de gente que se cree muy inteligente y habla tan ligeramente de cosas que ni siquiera comprendemos. No conozco a ningún tertuliano, ni de mi entorno ni de fuera de él, que haya vivido en un campo de refugiados o luchado en una guerra local de tantos lugares no muy lejanos.

No conozco a nadie que haya estado en situaciones donde etnias tribales se pasan a machete, literalmente, unos a otros, luchando por controlar recursos que después explotan potencias extranjeras.

Sinceramente, no conozco a personas me hablen desde la experiencia del sufrimiento. Conozco cortes de testimonios que vemos en la tele y conozco lo que me cuentan en las noticias. La realidad es mucho peor seguro. En otro grado de magnitud tenemos dramas muy cercanos en nuestro propio país.

Por eso me cabrea tanto listo que te cuenta argumentos tan ligeros como que todos los musulmanes son terroristas o como que la pobreza es un tema local no global. Eso sí, lo cuenta con una caña en la mano y mirando donde se va a ir de vacaciones.

Me cabrea mucho todo esto.

El ser humano es maravilloso. Jamás me cansaré de repetirlo. La Historia, la nuestra, la de las personas, la tuya y la mía, me lo demuestra día a día. Desde el niño que te sorprende hasta el anciano que te encandila. El ser humano tiene más de bueno que de “el lado oscuro”, ahora que se va a poner de moda.

Pero cuando se trata de ir a la raíz del problema miramos al techo. Como en aquellas viñetas de Ibáñez donde se quedaba Mortadelo con la mirada al infinito mientras sobrevolaban pajaritos. Si nos pusieran a todos delante a un refugiado, a un chaval sin esperanza ninguna de un país Centroafricano, se nos iba a caer la cara de vergüenza con tanta palabrería.

Si queremos resolver los problemas que tenemos como colectivos dejemos de hablar. Actuemos.

Os invito a informaros sobre los millones de cosas que podemos hacer cada uno. Si somos capaces de encontrar una calle que no aparece en un GPS, somos capaces de saber qué podemos hacer que no sea lavar la conciencia 20 minutos.

Pero voy más allá. Tenemos que hacernos oír. Uno solo no tiene fuerza. Miles cambian la tendencia, millones cambian el mundo. Se trata de organizarse, o de darle fuerza a lo que ya existe. Tenemos que ponerlo en marcha. Hay que confiar en que se pueden solucionar problemas colectivos de raíz.

No despreciemos a las personas porque sean rojos o azules, ni porque sean “perroflautas” o “pijos”, ni por su piel ni por su religión, etc. Juntos podemos cambiar las cosas. Tampoco me voy a cansar de repetirlo. Quizás lleve años, generaciones, pero cuanto más tarde empecemos, más “bola” se hará el problema y explotará de verdad, no con coletazos terribles como hasta ahora. Será peor.

Hay un hecho fundamental que cambia todo. En mi país hoy hay una campaña electoral y es el momento de dar mucha caña con esto. Se llama educación. Es la base de todo. La educación no es sólo saber dónde está en un mapa tal o cual país o que Rey hizo no sé qué. La educación tiene que ver con valores, con tolerancia, con solidaridad, con respeto, con civismo…. La educación tiene que conducir a darle esperanza a la gente, a generar estructuras que les permitan desarrollarse como personas, a tener una vida digna.

No dejéis que nos gobiernen, en ningún lugar, quienes no se graben eso a fuego, con hechos. HECHOS.


No hay nada imposible. Hay cosas improbables, pero no imposibles. No lo perdamos de vista.

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