La nueva vida…digital
Allá por los años 90 un compañero me lió para ir a la recién inaugurada
sala de informática de mi facultad. Había 20 ordenadores último modelo, Pentium
III y con teclados curvos.
Allí, lleno de excitación me enseñó algo nuevo para nosotros. La red que
conectaba universidades y te permitía chatear entre la Universidad Politécnica
de Barcelona y la Complutense de Madrid. Por primera vez entramos en un chat, aunque
claro, con 20 años la utilidad de los chats era más para ver si “ligabas”.
Siempre fui un apasionado de la tecnología y decidí invertir el sueldo que
cobraba como becario (con alguna financiación paterna) en poner internet en
casa. Me compré un ordenador nuevo, de esos que se montaban por componentes, no
de una sola pieza, y un módem de 14400 bps (lo máximo que había en ese momento)
que me proporcionó el proveedor de Internet. Todo aquello para una conexión de
6 meses que me costó 44.600 pesetas (lo recuerdo como si fuera hoy).
A través de los chats, el famoso IRC, descubrí el maravilloso mundo de
conocer gente “virtualmente”, lo que hoy llamamos redes sociales. Incluso
entendí que tenía usos distintos del ligoteo, como por ejemplo la recomendación
para hacer un viaje, qué visitar, dónde podía ser más barato…
Netscape me conectó al mundo de la información y Olé y Terra me abrieron
las puertas a buscar cosas de las que poco a poco se iba llenando internet. Y
sin darme cuenta, todas las noches me quedaba 2 o 3 horas “surfeando”. Eso me
habituó a dormir poco ya que el fallo del momento era que si estabas conectado
y te llamaban por teléfono (al fijo, no había apenas móviles) se te caía la
conexión.
Era muy primitiva la cosa pero era el principio de la revolución, una
revolución que se intuía pero que uno no era capaz de calibrar. Se puso de moda
la pregunta de cuánto de grande era Internet o quién lo controlaba. Preguntas
difíciles de responder incluso hoy.
De ahí pasé al comercio electrónico, a pesar de la enorme desconfianza del
momento. El Corte Inglés ya había intentado algo tipo conexión que permitía comprar desde una red cerrada, intranet, pero no cuajó.
La gran duda estaba en resolver aquello de dar tus datos, incluida tarjeta de
crédito, por la red. Nadie se fiaba…. No existía el concepto de hacker pero sí la picaresca española que nos persigue.
Y fijaros que hoy aceptamos condiciones
de privacidad sin leerlo siquiera.
El caso es, que sin darme cuenta, había empezado mi vida digital. Uno se
vuelve digital cuando las tareas cotidianas que antes exigían una acción física las realiza con un dispositivo que le permite desde sacar entradas de cine hasta comprarse un viaje o hacer
la compra de casa y ver la tele a la vez.
Digital implica que basta con los dedos para hacerlo, sin necesidad de que
intervenga otra extremidad (aparte de aquello llamado masa gris). Antes
necesitábamos ir al supermercado, a la agencia de viajes, al cine, etc para
poder hacerlo, ahora no, podemos hacerlo en pijama desde nuestra casa sin
movernos y no hay diferencia.
Dicho de otra manera, nuestra vida cotidiana pasa a tener un componente de
cosas que se hacen con un dispositivo, lo que nos implica estar conectados.
Pasamos a ser parte de una gran red de millones de personas y cosas mientras
que antes éramos una moneda de cinco duros, un carrito de la compra y el
desplazamiento necesario para comprar, de manera individualizada.
Pasar a estar conectado es muy relevante. Permite medir lo que antes no era medible y recibir opiniones y recomendaciones sobre aquello que buscamos pero de lo que no entendemos.
No es sólo eso. ¿Recordáis aquellos trabajos de ciencias o de geografía
sobre la fauna y flora de los continentes?. ¿Cuántas revistas en busca de fotos
de animales o enciclopedias que los describían teníamos que consultar (en casa
o fuera) para poder hacer el trabajo?. ¿Cuántas fuentes de información teníamos
que, físicamente comparar, para estar seguro de que no estaba sesgado?. A partir
de esta gran revolución esto no es así, no hace falta seleccionar 30 revistas y buscar en
4 enciclopedias para hacer el “collage” de los animales que pueblan la jungla.
Basta con apretar un botón.
¿Quién dejó de leer libros o periódicos físicos y los sustituyó por
electrónicos? ¿Qué prefieren ahora?
Todo esto forma parte de nuestro mundo. Es nuestra vida digital como parte de la vida. Ya no son dos vidas que hacen cosas distintas, no son dos medios para dos fines, es una única vida que integra mundo físico y mundo digital.
Obviamente no hay que pasarse. Recordar que el uso desmesurado de Tinder,
así como el consumo indiscriminado de discotecas le vuelven a un un poco “zumbao”.
Pero vamos, como cualquier exceso. Pasaros 5 horas viendo la tele, jugando a la
play o de compras con vuestras parejas…veréis como cansa.
Es importante entenderlo bien y sacarle el máximo, sin caer en la tentación de olvidarse de lo bonito que es respirar aire puro y perderse por la playa sin nada que nos conecte a nada.
Por eso, repito, la revolución Digital ha conseguido que lo que inicialmente nació, como “otra
vida” (quién no recuerda second life), sea ya parte de nuestra vida. Sólo hay
una vida que integra las herramientas digitales y las físicas. Ya no
desenchufamos el ordenador y se acabó lo digital, no porque está whatsapp (que
viene a ser el teléfono de antes), está google, que nos dice cómo llegar a donde
antes nos decía un mapa, etc. Es una vida única con más herramientas para hacer todo.
Hemos pasado de percibirlo como algo aparte, algo separado, a una única
cosa. Nuestra vida integra un alto componente de “lo digital” y cada vez más.
Es importante no perder la cabeza con eso. Se avecina una explosión de vida
como no ha habido antes en la Historia. Es una explosión de vida que en gran
parte se debe a la vida digital. La capacidad de tener todos una misma
información en tiempo real, disfrutar del ocio sin movernos e incluso entrar en
el mundo de las relaciones humanas sin exponernos a nuestros miedos y
complejos, va a hacer que las personas ya no se sientan solas, que siempre haya
alguien mirando.
Y ojo con esto. Como cualquier cosa hay que usarlo con inteligencia y con
unas reglas. Reglas que no están definidas todavía y que entre todos, debemos
establecer con unos principios sólidos detrás. El respeto, la tolerancia, la
libertad, etc, deben de estar ahí. Hay que beneficiarse al máximo de esta
revolución para eliminar las injusticias, fomentar la educación, tener todos las mismas oportunidades, en definitiva para tener un mundo mejor...no para complicarlo más
No desaprovechemos esta gran oportunidad y no tengamos miedo a los cambios,
a lo nuevo…siempre con principios y valores, pero sin miedo.
#impossibleisnothing
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