España "low cost"... ¿es lo que queremos?
Leo que España triplicó sus
exportaciones en 2016. Seguramente una buena noticia. Los sueldos bajos han contribuido
a ello, probablemente una mala noticia.
Leo que el paro en España descendió
en 2016 en más de 390 mil personas, seguramente una buena noticia, pero el empleo es cada vez más
precario, con una temporalidad del 90%. Seguramente una mala noticia.
Leo que la desigualdad, medida por
diferentes índices, se ha incrementado en España mucho más que la media de la
OCDE en los últimos 8 años. Probablemente una mala noticia.
Leo que en días de partido del
Madrid o del Barcelona las urgencias médicas hospitalarias descienden un 30%.
No sé si buena o mala noticia.
Leo que la economía sumergida de
nuestro país, a la que contribuimos todos, está en torno al 18% del PIB a final
de 2016. Noticia impensable en el Norte de Europa, y por la que se nos tiene
estigmatizados, con razón.
Es decir, noticias económicas hay de
todos tipos y se pueden hacer todas las lecturas y juicios de valor que
queramos, normalmente con un sesgo ideológico o a veces incluso con una
mentalidad de hooligans. Pero los datos fríos son los que son, fuera de
interpretaciones y son los que nos colocan en el lugar donde estamos.
En España vivimos durante años en
una burbuja que generamos todos. Por supuesto que los gobiernos de turno son
grandes responsables, al igual que lo son de la corrupción sistémica que cada
vez es más evidente que existió y que aún existe. Debían haber sido los
garantes de una buena administración, y miraron para otro lado, unos y otros.
Pero eso no quita que los ciudadanos
hayamos tenido lo nuestro. El “con IVA o sin IVA” es algo que está en la calle,
el trabajar sin cotizar o defraudar al paro ha sido el pan nuestro de cada día
y lo de colapsar los servicios públicos cuando nos viene bien ha sido parte de
nuestra cultura así como el regatear a hacienda, que si lo hace un amigo lo elevamos a la categoría de campeón, en vez de reprenderle.
Y tenemos que romper ambas cosas. La
del lado de los gobernantes, de la desigualdad, de los poderosos y lado del lado de los ciudadanos, de la cultura de la picaresca.
En el lado poderoso, tiene que
haber mecanismos para cazar a los que lo hacen mal y premiar, aunque sean
multimillonarios, a los que contribuyen a que a todos nos vaya mejor, creando
empleo limpio y siendo honestos. Hay que enseñar a los niños que pagar
impuestos es en beneficio de todos, no a como defraudarlos y que la meritocracia
y no el amiguismo debe ser la base de contratación y promoción en las carreras
profesionales.
Esto hay que enseñarlo y todos los
partidos deberían estar trabajando desde hace mucho en diseñar algo conjunto.
Hemos de aprender de los errores y poner los medios para que no se puedan
repetir. Al que se le cace estafando debe pagarlo con creces, pero de verdad.
Hay que acabar con la sensación de impunidad hacia los políticos y poderosos
que tenemos todos. Pero ojo, al que lo haga bien hay que premiarle, no seamos
hipócritas.
Pero está la segunda derivada.
Nosotros, la “gente pequeña”. No vale sólo con quejarse, hay que actuar de
acuerdo a eso que no queremos que nos hagan. No vale decir que cuando lo deje
de hacer fulanito o cuando el vecino empiece entonces yo seguiré. No vale. No
seamos peores que aquellos a los que despellejamos en las redes sociales.
Sí, los indicadores económicos
tienen muchas lecturas. Las exportaciones suben porque los sueldos bajan y
somos “más competitivos” (baratos) por lo que entonces es más fácil atender una
demanda externa creciente (por ejemplo de fabricación de coches, que el 90% de
los que se fabrican en España se exportan) o de servicios de bajo valor. Eso,
¿es bueno o malo?
Todo es susceptible de leerse con un
color. Hay que ir más allá de los colores. España es un país que “vive” de
burbujas inmobiliarias temporales y de servicios de bajo valor o fabricación a
bajo coste. Esto no es sostenible en un mundo cada vez más global. Es cierto
que el turismo y todo lo relacionado con él es un gran activo pero ¿es lo que
queremos? ¿España “low cost”?.
Es necesario que nuestras fuentes de
ingresos sean sostenibles. Que el país se reconvierta, primero en ese cambio
cultural que decía antes, desde “poderosos” a gente pequeña”, pero también que
seamos capaces de innovar, de evolucionar, de, manteniendo lo que funciona,
diversificar lo que hacemos.
En definitiva, de que el modelo
productivo español cambie. Pasar del bajo coste al valor añadido de verdad.
Porque si no pasa, y sigue todo
igual, se les podrá llenar mucho la boca a los políticos con los incrementos de
sueldos, las pensiones sostenibles y el descenso del paro, pero será todo mentira.
Será todo en precario y no sostenible.
Hay otros países que lo hicieron,
como Singapur, que pasó de ser un país productor y exportador de arroz a ser el
centro de software del mundo. Eso conllevó un esfuerzo de años, pero garantizó
su futuro. Hemos perdido una oportunidad única de hacerlo durante la crisis,
donde ya estábamos haciendo un esfuerzo titánico los que pisamos la calle y no
las nubes. No podemos dejarlo pasar o volverá la tormenta y será peor.
Los españoles, porque somos así (y
eso parece que justifica todo), sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando
truena. Es hora de acordarnos antes de que lo haga, sin mirarnos el color de la
bufanda que llevamos, que ya está bien.
Y ojo con esas recetas que suenan
muy bien de que lo que hay que hacer es incrementar la productividad sin
reducir los salarios. Estamos todos de acuerdo, pero ¿haciendo qué?. Porque lo
que uno “construye” o los servicios que presta luego hay que venderlos. Tenemos
que incrementar la productividad, sí, pero siendo diferenciales en algo, y el
turismo que tenemos, perdonarme que lo diga, no lo es, aunque seamos muy majos y graciosos. Hay que mantener la
parte sostenible (la que no viene al low cost que somos), y apostar por cosas
nuevas.
Creo que es el momento de ser
ambiciosos y mirar más allá del corto plazo. Tenemos una gran tarea por
delante, y es de todos. Así que no os durmáis…
#impossibleisnothing
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