In memoriam: que haya valido para algo
Vivíamos en
castillos con muros de papel,
nos
impresionaba la fachada, pero ni siquiera nos atrevíamos a tocarla.
Confiábamos
en que la mano invisible mantenía nuestro bienestar,
sin querer ver
las consecuencias futuras.
Estábamos
enamorados del tiempo,
era el dueño
de nuestras vidas, de nuestros sentimientos.
Triunfar era
ganar, mandar, tener razón,
aunque no entendiéramos
su significado.
La
protección, la salud, la educación, eran derechos que habíamos adquirido,
porque los
que vinieron antes gastaron sangre y esfuerzo para darnos ese regalo.
No habíamos
entendido su coste,
sólo lo exigíamos
como nuestro, sin ninguna acción, con mucho ruido.
Pensábamos
que éramos más listo que el otro,
que siempre
estaba equivocado.
Las lecciones
de moral eran nuestro patrimonio,
la hipocresía
no reconocida nuestra bandera.
Éramos
felices en un mundo irreal,
no había
pastilla azul ni pastilla roja, sólo para juzgar y etiquetar.
Lo imposible
no podía suceder, eso era en el cine,
éramos tan
ingenuos que no vimos que todo es posible.
Y nuestro
mundo explotó,
la desgracia
que jamás ocurriría llegó.
La incredulidad
y las teorías conspiratorias ocuparon el foco,
y los jueces
de la moral, su moral, empezaron a señalar.
Lo básico se
convirtió en lo imprescindible,
la ambición
se aparcó.
La unión
apareció, un segundo, pero apareció.
el amor a los
más queridos se priorizó.
El hombre,
por un instante, fue el ser más maravilloso de este lugar,
el corazón
por fín afloró.
Fue un
microsegundo infinito. Los 21 gramos vencieron a todo lo demás,
había llegado
el día en que sentir ganaba a ganar.
Los que
estaban lejanos se convirtieron en cercanos,
nuestras
noches soñaban con su compañía,
nuestros días
añoraban sus sonrisas,
nuestras
vidas necesitaban su presencia.
No importaba
el éxito,
no importaba
el poder,
importaba amar,
y estar con
quien se amaba.
La tormenta
pasó… ¿pasó?,
la enseñanza caló… ¿caló?,
la unión
mejoró el futuro… ¿mejoró?,
la tolerancia
y generosidad se impusieron …. ¿se impusieron?.
Ojalá aquello
que dependía del colectivo no se diluyera en combates de colores,
la hipocresía
no podría ganar otra batalla, ¿la íbamos a dejar?
Aquello que
dependía de mí se incrustó a fuego.
El amor
siempre por delante.
Dejar de
vivir no es una opción, nunca. Mejor morir.
Cada segundo
es una vida. Todos son el último.
Vive,
disfruta, respeta, tolera,
no asimilar la enseñanza es menospreciar a los que se quedaron en el camino,
y perder esta guerra.
No perseguir tu
sueño es perder la tuya propia.
#impossibleisnothing
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