47 inviernos...y los que quedan

Pues sí. Hoy caen 47. Todavía no estoy para quitarme años a lo Marujita Díaz, pero como dato curioso, os contaré que es casi el doble de lo que vivía un David en la Edad Media.

Se lo escuché una vez a un deportista y me apropié de la frase, que creo que es de Mark Twain. “La edad es un estado mental”. Y mi estado es más o menos adolescente, con lo que no voy mal.

Lo interesante es el camino hasta llegar aquí. El camino, en sí mismo, lleno de aventuras y el camino como aprendizaje, lleno de enseñanzas. Hay muchos momentos mágicos en este tiempo. Y muchas desilusiones también. Como decía el gran Montes, “Salinas, la vida puede ser maravillosa”.

Mi generación es la última analógica y la primera digital. Eh, y eso mola. Se echan de menos más cervezas físicas y menos chorradas sociales virtuales, pero todo tiene su punto.

Nos ha tocado vivir una época apasionante. Con sus luces y sombras. Única.

Era muy pequeño cuando se murió el dictador Franco, pero me fui haciendo mayor al tiempo que se materializaban las consecuencias de aquel cambio.  El país, deseoso de explotar de vida, lo hizo. Todo el mundo arrimó el hombro. Se venía cocinando ya, gracias al esfuerzo impagable de nuestros padres y abuelos. Y pasó.

El mundo dejó de ser en blanco y negro. España se quitó el corsé que la apretaba y las mentes empezaron a crear sin miedo. Imaginar y emprender, aún con una situación económica muy difícil, se puso al orden del día.

Lo pudimos palpar en todo lo que nos rodeaba. Aquella “Bola de Cristal” sin tabúes, ese “Tocata” donde, por fin, había rock. Las carreteras, el AVE, las Olimpíadas, el móvil, internet…

Creo que hasta el año 2000 fue el momento de creérnoslo colectivamente. Y funcionó. Remamos muy bien todos a una.

Luego la cosa cambió. Y pasamos de creérnoslo a ser creídos. Como el chico de aquellas series americanas que se hacía popular de la noche a la mañana.

Y quizás, nos hemos pasado de frenada. Ya no remamos juntos.

Pero esta es otra historia que da para cincuenta posts. No es la de hoy. La de hoy son los 47. Que como os decía, estoy hecho un chaval.

Veréis, ha pasado de todo. Amigos, novias, trabajo, estudios, familia, niños. La suma de todo es lo que hace ser a uno quien es, para bien o para mal. Toda la gente que ha estado conmigo, incondicionalmente, aparte de un monumento que se merecen, tienen toda mi admiración, gratitud y respeto. Su impronta está en el corazón. Hay cosas que nunca se olvidan.

No voy a daros una lista, que no acabo, pero el día que nacen tus hijos, el día que te dicen sí, el día que te dicen no, y todos aquellos que te hacen feliz o te sirven de motivación para esforzarte más, son los días que más recuerdo de estos 47 inviernos.

Los días que sólo hubo terremoto, mentiría si dijera que no los recuerdo, pero los miro en positivo. Las catástrofes hacen mejorar a uno, aunque sea duro.

El día que ganamos al C, ese sí que está en letras de oro. Pero es otra historia.

El caso es que todas esas aventuras, fueron enseñanzas. Y a pesar de tropezar veinte veces con la misma piedra, se va aprendiendo.

No se acaba aquí, menos mal. Lo mejor, siempre, está por venir. Las incertidumbres, o el VUCA que le llaman ahora (aunque existe de toda la vida), nos hacen dudar y sudar al tomar decisiones. Y, sin embargo, son esas decisiones las que crean el nuevo camino.

Hace poco os decía que veo a mi alrededor mucha frustración. Una sociedad sin rumbo y sin referentes. Un estado de depresión generalizado.

Y no, lo bonito de los siguientes 47 que me esperan es volver a experimentar ese crecimiento general desde el crecimiento de mi entorno. Hay muchas oportunidades, de todo tipo, que se están abriendo. Hay muchísimo talento y muchísimas ganas de hacer cosas juntos, que mejoren la vida de la gente.

Hay que dejarse de miedos. Meter la quinta (o la sexta o séptima hoy) y seguir. Con energía. Con actitud. Prohibido rendirse.

La verdad, es que yo, a estas alturas del partido, voy perdiendo la vergüenza. Sin miedo, con visión, con respeto, con optimismo. Todo es posible.

Y, por supuesto, apostar con el corazón. Es lo único que no es VUCA en este mundo que vivimos.

#impossibleisnothing

 

PD- millones de gracias por vuestras felicitaciones.

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