En qué la cagué con mi start-up

Una vez escuché que preguntaban a Rafa Nadal si aprendía mucho de las derrotas. Él, con su naturalidad habitual, contestó que aprendía más de las victorias. Tras las risas de la audiencia prosiguió, lo que pasa que uno suele perder más que ganar, entonces hay que procurar entender que salió mal y corregirlo para la siguiente.

Más o menos es lo que nos pasa a los emprendedores. Vamos a perder más que ganar. La mayor parte de los intentos saldrán mal, pero nos irán entrenando para cuando llegue el momento bueno. Hay que saber gestionar éxitos y fracasos y seguir creyendo.

A todo esto, ¿qué es un emprendedor? Bueno, según la RAE, emprender es acometer y comenzar una obraun negocioun empeñoespecialmente si   encierran dificultad o peligro. Emprendedor es el/la que le echa un par para hacerlo.

Hace algunos años le eché ese par. Me atreví con esa dificultado o peligro. Lo hice acompañado. José María, Raúl, Nacho y luego Kike decidieron vivir esa aventura conmigo. Y vaya aventura. Espero que no se cabreen por contar mi punto de vista.

Lo que empezó como un trabajo de Máster de Escuela de Negocio despertó al bicho que llevábamos dentro. Era una idea desarrollada para una asignatura, un banco de imágenes de video online, cuando no había bancos con recursos de video. Un Marketplace de libro. Oye, y gustó. Nos aconsejaron pasarlo por el LAB de esa escuela. Y de ahí tantos elogios que supimos que teníamos algo grande entre manos. Fundamos la start up, clipbook (después clipyoo).

Luego nos escogieron para Wayra, entonces recién creada aceleradora del Grupo Telefónica y conseguimos levantar inversión. Un día, un analista de Gartner nos llamó, para decirnos que, en su report de ese año, estábamos entre las 10 start ups de media más prometedoras de Europa. La Caixa y AJE nos nominaron finalistas a emprendedores del año. Vamos, que nos lo creímos de verdad. Entramos en un circuito muy chulo de eventos, inversores, etc. En mi opinión, una burbuja que hubo en este mundillo en la década anterior. Afortunadamente, ahora creo que todo está más profesionalizado.

Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que algo fallaba. Sólo uno estaba en el día a día en el proyecto. El resto, hacíamos un esfuerzo brutal, trabajábamos en lo nuestro y luego, a las 11 de la noche, teníamos nuestra daily de status. Claro, a esas horas, contactar con un proveedor o con un cliente era bastante complicado.

Además, los cuatro éramos (somos) buenos profesionales con mucha capacidad de trabajo. Tanta que, queríamos una plataforma que tuviera todas las funcionalidades de inicio. Tenía que ser una experiencia de usuario excelente. Estuvimos un año diseñándola y, ¡válgame, Dios! hubo que tirarla a la basura. No nos sirvió.

Cambiamos de proveedor y volvimos a empezar. Hicimos unos mapas de procesos super detallados. Compramos un primer banco de imágenes y nos catalogamos 5000 planos de video de 10 segundos de duración, poniendo entre 5 y 10 etiquetas. A manubrio. 3 meses tardamos. Fines de semana, horas intempestivas….

Y finalmente, tras casi dos años, ualá. La pusimos en el aire. Ese día el Barcelona jugaba cuartos de final de Champions. Lo tenía encendido delante de mí, mientras no dejaba de dar F5 al ordenador. Al final ahí estaba, nuestro “hijo”, online. Sí, yo lloré. Y no porque perdiera el Barça.

Llegó la primera venta, que fue un poquito condicionada (una amiga me hizo el favor de comprar un clip para subir la moral de la tropa). Vamos, descorchamos champagne. Luego, ya sin tongo, llegó una segunda, una tercera…cuarta. Incluso el Marketplace empezó a funcionar y algún creador de contenido subía sus propios clips.

Fue una ilusión. Había producto market fit. Lo sé. Pero no salió bien. La cerramos al año. Con todo el proceso de concurso de acreedores, que es un infierno burocrático. Fuimos diligentes y lo hicimos lo mejor que supimos, pero fallamos en lo básico, no hubo prueba y error, no hubo agilidad, no hubo lean start up. No identificamos bien nuestros clientes, no supimos construir la propuesta adecuada para diferentes segmentos, no invertimos en marketing…y no vivíamos de ello, salvo uno de nosotros.

Aprendimos. Os lo garantizo. Y en las siguientes en las que estoy o he estado involucrado aplico la enseñanza. Tanto del momento del exitazo del power point, aquel de Gartner, como del fracaso de poner en marcha el negocio. A los proyectos que mentorizo (porque esto es una droga), se lo digo siempre: foco. Se trata de poner foco y de tener la idea, no en la cabeza o en un business plan maravilloso, sino en el corazón.

Lo del corazón tiene un doble filo. El emprendedor siempre piensa que su idea es única y, por supuesto, incontestable. Se enamora de ella. Al menos uno de los emprendedores si son varios, está totalmente dopaminado. Es decir, ese amor no le deja ver el bosque. Sueña con ello, se queda “ausente” cuando está con otras personas mientras idealiza su proyecto, no habla de otra cosa. Se convierte en un coñazo para los demás. Porque está in love.

Mi consejo. Mantener vivo ese amor y esa ilusión siempre. El que la lleve en el corazón (no todo el equipo la lleva), es el primero que tiene que vivir de la start up. Ese es el que se tiene que dedicar a full. Si no lo hace, el proyecto fracasará. Y cuando se ponga manos a la obra, hay que centrarle (ahí están el resto de los socios), que el amor es ciego y llevar lo platónico a lo terrenal. Ahí sí, hay que poner cabeza y distribuir roles de una manera inteligente. Construir equipo que apueste por el proyecto. Talento técnico y emocional.

 El día en que te sientas con el primer inversor profesional es un baño de realidad en ese sentido.

Foco, corazón, cabeza y dedicación de los que sienten el proyecto. Nosotros pecamos de lo primero por querer abarcar tanto y también de lo último, porque no dimos el salto alguno más. Por eso la cagamos. Luego el entorno macro, el momento de mercado y tal, no ayuda. Pero es muy difícil pivotar si te reúnes de madrugada.

Por supuesto hoy sigo involucrado en muchos proyectos. Como os he dicho, es una droga. Altruistamente en su mayoría. Muy orientados a EdTech, aunque también a FinTech. Con un componente social. Aprendo muchísimo de todos ellos y trato de aportar mi granito de arena trasladando mi experiencia.

Internet es un mundo de Comunidades. Eso sí lo vimos. Hubo quien se reía de nosotros por ello, pero 12 años más tarde es evidente que es así. Quien es capaz de generar el engagement con esas comunidades, en cualquier sector, con un modelo de negocio adecuado y justo, triunfa. Es la receta, aunque el ingrediente más importante eres tú, emprendedor o emprendedora, y la magia de tu corazón. Eso es lo realmente diferencial.

Que no os líen con las modas de manual.

#impossibleisnothing

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