El caos bonito

Dicen q no importan las veces que te caes sino las veces que te levantas. Si caes siete tienes que levantarte ocho. Y yo digo que una leche, claro que importan las veces que caes. La paciencia es finita y el degaste pesa. Las fuerzas flaquean. Y mucho. ¿Cuánt@s de vosotr@s habéis recibido tantos palos que habéis pensado, “que se levante su madre”? ¿Cómo lo lleva quien lucha contra una enfermedad durante años? ¿Y quién vive en la calle?

Lo de la frase motivadora está bien, sobre todo si la dices desde la comodidad de tu día a día. Hay que luchar, sí. No hay que rendirse, también. Quizás a veces podemos ayudar “al otro” en vez de decirle citas maravillosas. Lo mismo necesita un empujón y no un sermón de autoayuda.


Dicen que hay que quererse mucho y estar muy a gusto con un@ mism@ para poder dar felicidad a los demás. Y yo pregunto, ¿conocéis a alguien que de felicidad porque se quiera mucho así mism@? ¿Apostamos? La felicidad son momentos. El equilibrio es una actitud, no un estado. Y cuesta mucho mantener esa actitud. Si en algún momento se convierte en estado, dura segundos, para luego volver a desnivelar. Y así permanentemente, en una prueba y error constante.

Lo de mirarse al espejo y quererse, respetarse, pensar en ti y todo eso, está muy bien. Pero cuidado, yo soy yo y mi circunstancia, que a veces se materializa en padres, hijos, amigos…Y toca un poco de sacrificio. Sí, vaya palabro raro. Sacrificio para que exista ese equilibrio, en uno y en lo que le rodea.


Dicen que hay que vivir el aquí y el ahora sin preocuparse tanto por el mañana. Y yo me pregunto, ¿quién no se ha pillado el pedal de su vida y al día siguiente se ha querido “morir”? Hay que exprimir cada segundo, por supuesto, lo defiendo a muerte. Lo he dicho mil veces, piensa con el corazón y ejecuta con la cabeza.

Sin embargo, nuestros actos afectan ahora y en el futuro. Lo de “carpe diem” está muy bien. ¿Tenéis hijos? Si los tenéis sabéis que se puede exprimir el hoy pensando en el mañana. A ver si el ser muy guay emocional, pasional, impulsiv@ y como lo queráis llamar, nos produce una resaca infernal al día siguiente. Se puede ser todo eso y tener cerebro. Es lo que nos distingue de los animales.


Dicen que hay que ser sincero siempre. ¿Seguro? ¿Siempre lo sois? Vale, hay líneas rojas. Lo se. Aunque haya buenas intenciones, faltar a la verdad es egoísmo. Lo he practicado varias veces y no es bueno. Pero el momento es importante. Seguro que vosotros no desveláis el secreto de la Navidad a un niño hasta que tiene cierta edad. Sinceridad si, y cabeza y tacto también. Preparar a la persona para decir algunas cosas puede ayudar a empatizar con “el otro”. Hacerlo a lo bruto, “sin anestesia”, puede machacarl@. No lo juzgo, a veces es mejor así. Y otras veces no. Sinceridad, sí. Empatía, también.

 
Dicen que lo importante es participar y divertirse. Claro que sí guapi. Seguro que, con vuestra pareja, amigos, cuñados no os importa perder al mus o a un juego de mesa. Vamos, seguro que no os importa no tener razón en un debate de algo que os gusta y no os ponéis pesadit@s. Seguro que no os gusta saliros con la vuestra. En la discoteca, que a la chica o chico que os gustaba se l@ llevara vuestro amig@ seguro que os sentaba fenomenal. Lo importante es participar. Espera que me desco…


Dicen que el dinero no da la felicidad. Y ningun@ somos materialista. Es el salario emocional y los proyectos retadores lo que cuentan. Ya, ¿hace cuánto que no hacéis a alguien una entrevista de trabajo? ¿Cuánto os habéis inflado las condiciones actuales cuando habéis estado en un proceso de selección y os han preguntado por vuestras aspiraciones? Todo emocional…

Es tan emocional que nos quejamos de la corrupción y todas esas mierdas asociadas a polític@s y poderos@s. Pero cuando tenemos la oportunidad de que nos facturen con IVA o sin IVA, ya se yo lo legales que somos. Porque el dinero no es tan importante…excepto cuando no se tiene, que es clave.


Dicen que los hombres no lloran. Si lloras eres un “flojito”. Lo dicen los machotes de la clase, los chulitos de la playa. No saben que a veces lloras tanto que ya no tienes lágrima para volver a hacerlo. Imagínate que flojitos somos. Pero ell@s, los malotes no lloran, que va…


¿Sabéis lo que pasa? Que somos unos hipócritas. No nos libramos ni un@. La incoherencia es intrínseca al ser humano. Afortunadamente, nadie es perfecto. Somos un caos bonito, almas indomables. Cada persona es un mundo de mil continentes por dentro. Y tod@s tenemos pecadillos. ¿O es que alguien piensa que el culpable de nuestra realidad siempre son “los demás”?

Si os dicen que sois muy malos u os hacen sentir así, como el diablo, si eso sucede, entonces sí, quereros mucho y responder. Responder no con guerra, sino con inteligencia. Como aquel influencer antiguo que les decía…”quien esté libre de pecado, que le eche huevos (eso no lo dijo así) y tire la primera piedra”. Pero responder vosotr@s. No dejéis que otr@s lo hagan por ti. Que piensen lo que quieran. No os dejéis avasallar.

Ya, ya. Me diréis. Entonces blanqueamos el no luchar, el mentir, el ganar a toda costa, el materialismo… No. No blanqueamos eso. Lo detestamos. Porque una cosa es nuestro anhelo, a lo que nos impulsa nuestra naturaleza y nuestra sociedad y otra cosa es nuestra emoción, lo que nos pone un nudo en la garganta o mariposas en el estómago. En esto, si hay un Dios, nos lo dejó claro. Somos nosotr@s, con nuestra conciencia l@s que hemos de elegir. El problema es si lo hacemos con la conciencia del otro. Nos lleva al desastre. Una buena estrella para guiarnos es el amor. Hacer las cosas con amor nos lleva a una satisfacción con nosotr@s mism@s. Aunque sea momentánea. Pero nos asegura que es nuestra decisión.

Acabo. Y ya lo sé, hay grados de hipocresía o de caos bonito. Hay pecadillos y pecadazos. Me encantan los telemaratones Navideños y luego cambias el Telediario cuando sale un niño famélico. O los de la dieta estricta y el copazo, con coca cola light. O lo de eres un machista, pero Pepito arreglame el enchufe. O lo de no soy racista pero no voy a esa playa que está llena de “panchitos”.

Y mi preferida, la falsa modestia, es@s tuiter@s que “solo se preocupan por el contenido” pero no aceptan una crítica constructiva y mucho menos perder seguidores. Ahí es cuando se enseña carnaza, pero disimulada con un paisaje  o cualquier chorrada. Y todo por tener followers. Eh, pero me dan igual.


No es lo mismo, ya lo se. Lo más grave sucede en lo que está a nuestro alcance, en lo que depende de nosotr@s de manera directa. Los que nos ganamos el infierno hace tiempo lo sabemos.  Tener la posibilidad de enmendar errores y no hacerlo es una falta grave. Y es ahí donde podemos redimirnos un poquito y aspirar a un trocito de cielo. Lo que pasa es que, cuando después de tanta historia nos ponemos a hacer “buenas acciones”, puede pasar que l@s otr@s no lo vean. Eso frustra. Para una vez que soy buen@...

No hay que preocuparse, lo acabarán viendo, tarde o temprano. Recordar que la miel es mejor que la hiel. Y sí, no os rindáis. Equivocarse es aprender, enmendarlo es demostrar amor.

Por cierto, ese influencer que os decía, nos lo enseñó muy bien.

Felices fiestas. Feliz 2023. Lo mejor está siempre por llegar.

#impossibleisnothing

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