Cuando seas padre comerás huevos

¡Cuando seas padre comerás huevos! Mi padre no paraba de decírmelo y yo me sonreía pícaramente pensando: claro, claro…


A much@s de mi generación (la X), sobre todo chicos, os resonará esa frase en la cabeza. Era común escucharla cuando llegabas tarde a casa un sábado despues de que “te hubiera sentado mal la cena”.

A veces los padres lo decian como justificación a lo que venía después, limitación horaria, castigo, negativa a la compra de un capricho…era un decir “así es la vida” pero adaptado a adolescentes.

Lo mejor de todo es que nuestros padres lo decían por nuestro bien y, sin embargo, nosotros lo veíamos como la manera poco graciosa de fastidiarnos un plan. Cuestión de perspectiva.

Claro, el día que te conviertes en padre empiezas a entender esa perspectiva y, sobre todo, de que va esta vaina.

Empiezas con una preocupación, porque la ciencia avanza tanto que ya es capaz de detectar nuestras imperfecciones desde el minuto cero. Que si la cabeza así o asá, que si el cordón umbilical, que si no se qué intolerancia, que si el labio, el paladar…vamos, que viene al mundo y al rato te da el primer ataque de ansiedad.

Una vez pasado el trance, llega el de el primer baño, la primera noche. Quieres recordarlo siempre, y vaya si lo haces. Mala idea porque el bebé se está adaptando y te identifica como medio hostil. Mejor que en el minuto uno identifique así al enfermero o enfermera, que luego ya tendrá tiempo contigo.

Después llegá la noche sin dormir. Yo alardeaba de mi experiencia discotequera nocturna y mi poca necesidad de sueño para recuperar rápido. Esto está chupado. Pues no. Si toma pecho, por solidaridad, en vela,  y si hay bibi ya no es por solidaridad sino por justicia e imperativo conyugal.

Después crecen, los dientes, andar, correr…los por qués, la adolescencia…

Y uno trata de acordarse como era él en ese momento y la actuación de sus padres. Yo era bastante bueno, por lo que viéndolo en perspectiva no entiendo bien lo de “comerás huevos”.

Pero hoy lo he entendido todo. La frase no tiene que ver con su origen real de la postguerra, donde se racionaba la mayor parte del alimento para el patriarca de la familia, que era el que trabajaba y mantenía al resto.

No, nada que ver con eso. Hoy, por primera vez en su vida, semana blanca mediante, se ha ido mi hijo adolescente varias semanas a un campamento al extranjero. La angustia de las últimas 48 horas y los huevos que me he tragado cuando ha desaparecido por el control de seguridad, son antológicos.

He entendido la preocupación y el orgullo al mismo tiempo, que genera ver a tu hijo adolescente, salir de tu ala y volar solo. La mezcla de sentiemientos encontrados de tristeza y gran alegría. Las ganas de que vuelva ya mismo pero que disfrute  la aventura privilegiada que va a vivir.

Porque aunque hoy le he dicho yo a él la famosa frase, no me puedo quejar. No porque sea muy bueno, que lo es, sino porque he sido consciente del enorme privilegio que es despedir a tu hijo para algo así. 

Desgraciadamente, no muy lejos de aquí, se despide a niños de su edad para algo horrible. Ojalá todos los padres pudieran tener ese sentimiento de pena / alegría y no el de desgarramiento que tienen cuando su hijo se monta en una patera o se va a una guerra.

Mi hijo volverá. Más independiente, más maduro y más él, porque si algo le va a pasar estas semanas es que va a ser más él que nunca. Sin red de los padres.

“Cuando seas padre comerás huevos”. Vale ya lo he entendido. Y ahora a disfrutar de la aventura de verlos crecer.

Te quiero, Marcos.

#impossibleisnothing

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