Mis reyes magos

La tradición dice que tres sabios de Oriente, posiblemente con algún conocimiento astronómico, vieron un fenómeno en el cielo. Una estrella misteriosa que les llenó de algo mágico, guiándoles hacia un lugar lejano en busca de un fenómeno sin igual...  La tradición, también dice, que lo hicieron, sin preguntar, sin bacilar, y con la creencia de que iban a encontrar algo que realmente merecería la pena. Y esto condujo a la gran leyenda, la de los Reyes Magos, que como todas las leyendas algo de verdad y algo inventado tendrá.

El convencimiento de esos tres reyes magos en encontrar algo diferente, algo que merecería la pena, es el mismo que tiene un niño cuando abre la puerta del salón, habitación o donde quiera que sea y se encuentra unos paquetes envueltos, gracias a que "ha sido bueno". La ilusión con la que vive el momento previo y la seguridad de que tras la puerta habrá algo es indescriptible. Y claro, a algunos, como padres, se nos cae la baba, para que negarlo.

En el fondo todos somos niños. Todos, aunque a veces muy escondido, tenemos ese hilito de convencimiento de que las cosas pueden ser buenas. Depués la vida nos enfrenta a realidades distintas y poco a poco vamos enterrando esa capacidad de creer, que teníamos cuando éramos niños.

Pero esa capacidad está ahí. Nunca se fué. La realidad la merma, pero nunca podrá con ella. Siempre, siempre, en cualquier situación, por propio instinto de supervivencia, tenderemos a pensar que hay una salida. Siempre la hay. Sólo hay un caso en el que no la hay, y para eso el ser humano ya creó la religión y la fé en un más allá mucho mejor.

Pero en el resto, la hay. Vivimos en un momento muy complicado. Y este año será peor, o se intuye peor en una parte. La depresión nacional que vive España y un montón de naciones vecinas y hermanas es alarmante. Parece que no hay salida del agujero. Parece que es el fín.

Oigo a grandes y reconocidos emprendedores hablar de corralito, a políticos hablar de sistemas quebrados, a economistas debatir y debatir y debatir porque no saben por donde hay que tirar. Oigo a humoristas reirse de lo que viene que poco menos será el fin del mundo y oigo incluso que desenterramos viejas profecías, interpretadas, eso sí, al libre albedrío, como aquello de los mayas.

Y sin embargo no oigo al niño que tenemos dentro. Al mismo que abría la puerta del salón, con aquella seguridad. Oigo quejas y no oigo soluciones. Veo "mucho cuento" en muchos casos, y no un reconocimiento y un empuje de verdad a quien realmente se está quedando sin nada.

Y no me gusta. No me gusta.

Por eso yo a mis reyes magos le he pedido que mi país se ponga de pié, junto con los de alrededor y a las dificultades les diga "eh, aquí estoy yo". Como cuando nadie se creía que España pudiera ser campeona del mundo de fútbol, o que un niño que se llama Nadal nos tendría pegados al televisor fin de semana sí y fin de semana también final tras final.

Hay que quitarse de una vez por todas ese complejo de víctimas y de echar los problemas fuera, a que los resuelva otro (político o banquero) al que le endosamos toda la culpa de la crisis, sin pararnos a pensar que todos hemos sido cómplices de ella. Cuando la cosa iba bien no nos quejábamos, no había movimientos en la calle. Hoy sólo nos quejamos y son muy pocos los que realmente se la están jugando, jugándose su propio patrimonio y un alto coste personal para poder crear empresas y volver a reactivar la economía.

Yo no soy uno de ellos. Pero los admiro. En el último año he entrado en contacto con muchos de ellos y merecen todo el respeto. No son los empresarios explotadores capitalistas y cincuenta mil apellidos que este país ha inventado para bautizarlos de forma despectiva. Son personas como nosotros que se la juega. ¡Ayudémosles!

Y el resto, podemos contribuir a mejorar esto. Ser solidarios, responsables con el uso de lo que es de todos. Podemos hacer muchas cosas.

Por supuesto requiere del ejemplo de los que mandan. Es vergonzoso que exista un Senado con un presupuesto millonario que no hace nada o que un alcalde de un pueblecito gane más que el Presidente del Gobierno. Por no hablar de la corrupción... Pero si esto no nos gusta también podemos cambiarlo. Me da igual el color, pero los políticos y sus amigos han de ser igual de responsables y solidarios que la "gente pequeña". Y si no los cambiamos. La gente puede más, siempre fué así.

Pero el caso es que juntos, se puede. Sí, se puede.

Como decía Geraldine Chaplin en la película de El Orfanato: "No se trata de ver para creer, se trata de creer para ver".

Pues creamoslo de una p**a vez y cambiemos la actitud pesimista.

Si se cree se puede.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando seas padre comerás huevos

Se nos está yendo la pinza

El arte de comunicar