La actitud es el corazón, la ejecución la cabeza

Siempre he defendido que la actitud es lo más importante. Creer en una idea, en una forma de hacer algo es una de las armas más poderosas que existen y hace que todas nuestras energías se enfoquen en lo que queremos conseguir.

Creer es poder y la ilusión que se refleja en nosotros, el brillo de perseguir eso por lo que luchamos, la posibilidad de alcanzar el sueño, va mucho más allá de lo racional y condiciona todo lo que hacemos.

Sin actitud es muy difícil lograrlo...Es el corazón de cualquier sueño.

Pero conseguir llevar a cabo un proyecto no se acaba ahí. No es posible sólo con buenas intenciones o con una fe inquebrantable. Es muy importante la parte no emocional: la ejecución.

Si la actitud nos da la fuerza, la ejecución materializa el sueño. Deben ir unidas y en cualquier proyecto o ámbito de nuestra vida es necesario tener ese plan que convierta lo que imaginamos y peleamos en hechos concretos.La ejecución es la cabeza, la parte racional.

Este sábado me llevé una de esas lecciones que te bajan de las nubes y rebajan el ego al nivel del suelo. Dentro de un evento familiar, alguién, con muchísima ilusión hablaba de como cambiar cosas desde dentro del sistema. Su mirada enamoraba, su forma de creer en lo que estaba diciendo era absoluta. Su actitud y su actitud y aptitud maravillosa. Pero el plan, desde mi punto de vista fallaba.

Hacía tiempo que alguien, hablando de la situación sociopolítica de nuestro país, no me enamoraba escuchándole. No por lo que decía, con lo que no estaba de acuerdo en gran parte, sino por su manera de vivirlo.

Últimamente he visto a muchos emprendedores convencer con su fe en una idea, con su capacidad de trabajo, con su energía enfocada a conseguir un sueño, pero ninguno de esos emprendedores era un chico ya maduro con una ilusión de un veinteañero queriendo cambiar un sistema que no funciona, el político, para que la gente vuelva a confiar en él.

Actitud 10, pero el plan....

Las cosas sólo cambiaran en España si un líder, en el sentido amplio de la palabra, es capaz de enganchar a todo un país, de ilusionarlo y de llevar sus discursos a hechos tangibles, que cambien el día a día de la gente, que no distingan entre rojo, azul, rosa, verde o amarillo. Que sea capaz de convencernos y enseñarnos que en la educación está la base de cualquier cambio, que nos convenza que podemos hacer cosas y que nos "obligue" a ello. Que nos recuerde que todos hemos sido partícipes más de una vez de la economía sumergida, o de las urgencias de un hospital.

Incluso que nos haga ver que respetar las normas de circulación es una forma de respetarnos a nosotros mismos y al resto...

Vamos, que nos seduzca para que cada uno aportemos nuestro grano de arena y no nos pasemos el día mirando lo que hacen los demás o convirtiéndonos en jueces de temas que ni entendemos.

Y eso no sólo se consigue con ilusión. Es necesario un plan. ¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Cómo? ¿Cuando?. Cosas concretas. Hechos

No más humo a la gente.

Gran lección el sábado. Alguien enamorado de lo que hace, aunque sea la política.

Ahora, primo, sólo falta la parte más fácil...

Por cierto, cuenta conmigo

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