Y el emprendedor se convirtió en empresario...

Emprender es algo que está de moda. Si me permitís, es algo romámtico.

El cocktail de romanticismo se compone de jóvenes (y no tanto) en busca de alcanzar su sueño, "business angels" dispuestos a poner dinero (y rentabilizar su inversión), fondos públicos para dar un primer empujón (ese préstamo ENISA común en proyectos tecnológicos) y el apoyo de grandes empresas con iniciativas pro emprendimiento en la búsqueda de reinventarse así mismas (innova, wayra).


Vamos que son todos los ingredientes que en los últimos cinco siglos convirtieron a Leonardo, Miguel Angel, Mozart, etc en grandes genios que hicieron al mundo avanzar. Ellos y sus mecenas....

Como os decía, algo romántico. Tener la idea, desarrollar el plan, moverla, hacerse desear, construir la tecnología, testear y un sinfín de cosas más, sin remuneración, con un enorme sacrificio personal,pero con la satisfacción de llevar a cabo un sueño.

Todo esto es una aventura llena de ilusión. De brillo en los ojos de todos aquellos que hemos pasado por ahí. De crecimiento personal y profesional luchando contra una y otra dificultad.

Pero hay un momento en que toca quitarse ese romanticismo de encima, con la misma ilusión (si se pierde hay quedejarlo), con el mismo empuje, sin descanso, pero cambiando el chip. Llega un momento en que un emprendedor se transforma en un empresario.

Es como esa planta de la que tras un período de desarrollo brota una flor o de la mariposa final que surge tras un proceso de evolución.

Claro, en mi país, España, la palabra empresario tiene la connotación de capitalista ricachón que se forra a través de la explotación de los demás.  Todo esto exagerando un poco pero vamos, que casi mejor no serlo.

Afortunadamente es una concepción antigua, basada en una historia que ya pasó
y que poco a poco las nuevas generacionesi han ido transformando. No digo
que no haya casos de "abuso de autoridad", pero no creo que por ello haya
que meter a todos en el mismo saco. Sería muy injusto.

Un empresario es ese chaval (o madurito) que, con toda su energía, con un alto coste personal y asumiendo riesgos, fué capaz de traspasar la figura romántica de emprendedor y una vez aterrizado el proyecto, hizo recurente lo que al principio era excepcional.

Un empresario es capaz de vender, de generar riqueza, de crear empleo y de hacer que otros lo creen. Es también aquel que en momentos determinados tiene que tomar decisiones duras que en la mayor parte de los casos,  es por el bien de él mismo (también mira por él y los suyos) y los que trabajan con él.

¿No pensais que es un poco injusto tener esa empatía con el emprendedor y que sin embargo nos de cierta grima la palabra y la figura del empresario?

Olvidemonos de la imagen de tio gilito y pensemos en los millones de autónomos y personas que arriesgan para que a ellos y a todos nos vaya mejor. Son personas sin fines de semana, sin vacaciones, con el riesgo de tener que devolver un crédito y con el handicap de pasarse noches sin dormir cuando no tienen para pagar a sus trabajadores.

Olvidémonos de que si tienen un barquito o un cochazo o una mujer modelo espectacular. No caigamos en la trampa de meter a millones de personas en el mismo saco que a unos pocos. Quitémonos de una vez el prejuicio absurdo de una época pasada y seamos capaces de apoyar al empresario cuando las cosas vienen mal y de reconocer su función cuando van bien.

No nos quedemos con la imagen romántica de un emprendedor. Si ese emprendedor no avanza, ya sea con un éxito o fracaso, acabamos perdiendo todos.


Comentarios

  1. ¡Cuánta razón tienes David! Suscribo el 100% de lo dicho en este post

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