La hora del líder
El 14 de Junio de 1808, un mes después de los levantamientos del pueblo de Madrid contra el ejército francés, fué el pueblo de Cataluña el que decidió plantarse y resistir ante el paso de las tropas francesas, cerrando así su posibilidad de incursión en el resto de España.
3800 soldados franceses avanzaban por las montañas de Montserrat. Era un ejército bien preparado y mucho mayor en número que las pequeñas milicias comarcales en las que se había organizado la población catalana.
No había demasiadas opciones de victoria. Sin embargo ocurrió un hecho insólito. Isidret, un chaval de Santpedor, de 17 años, al que no habían dejado combatir por "endeble",cogió su tambor de cofradía,y acompañanando a las milicias, empezó a tocar con rabia, hasta ensangrentarse las manos, cuando los franceses atravesaban el paso del Bruc.
El eco de las motañas hizo el resto, amplificando el sonido del tambor y desconcertando al ejército francés que pensó que un ejército mucho más numeroso iba a su encuentro. Ese momento fué que aprovecharon las milicias de catalanes para abalanzarse sobre ellos y ganar la batalla.
Es una anécdota, con mucho de leyenda, pero con un mensaje claro. Determinación y liderazgo. Eso dió opciones aquel día a las milicias españolas.
Vivimos tiempos difíciles. No tanto como aquellos. Ojo, no tanto como aquellos y muchos otros anteriores. Pero es cierto que sí suficientemente complicados como para ver una sociedad que se desconcierta, sin una visión clara. Día a día las malas noticias económicas, políticas y sociales nos van empujando más y más hacia un pozo del que parece no haber salida.
Hay un sector de la población que parece que tira la toalla, que sólo se queja, que sólo ve derechos y no deberes. Sin embargo, hay otros colectivos que empujan, que todavía creen, aunque haciendo la guerra por su cuenta, más preocupados por el color político del que tienen al lado que del objetivo común.
En definitiva. Hay desunión. No hay una visión como país, como sociedad. Y eso conduce al caos y la desesperanza.
Pero señores, hay solución. Sólo hace falta determinación y eso que explica el episodio del Bruc: liderazgo.
Este país necesita un líder. Uno que nos motive, que nos ponga las pilas a los ciudadanos, que nos recuerde que sí se puede, que actúe, que no se deje acobardar por la irresponsabilidad de muchos medios de comunicación ni por el dinero de los poderosos. Que se ponga delante de nosotros, coja el mando y diga, "vamos, coño" sin que nos importe su color político ni su vida privada.
Necesitamos gente que nos una. Que nos haga ver cuánto hipócritas somos todos y sin embargo que existe un camino. Sin necesidad de machacar al otro. Sino construyendo juntos.
Es la hora del líder. Y lo hay. Está ahí, mirando. A lo mejor sois uno de vosotros y os falta un empujón.
Sal, échale un par y ponte delante de una vez....
En realidad, todos somos líderes. Todos tenemos nuestra visión y hacemos las cosas lo mejor que podemos. Pero tenemos una pequeña cosa que ajustar: hacerlas pensando en el conjunto. No sólo en nosotros y los que nos importan, sino en los que sufren los "daños colaterales" y no nos importan tanto. Deberíamos unificar una visión. Respetarnos. Dejarnos de lamentos y de incoherencias de las que nadie se libra, y seguir luchando, aunque sea difícil. Seguir luchando siempre.
Ya lo se. Os parece utópico, idealista y bla, bla bla... Que se lo digan a aquellos que estaban aquel día en el Bruc, o los de aquellos tres días en las Termópilas, o los que se quedaron atrapados en el hielo en el Polo Norte un año, o al que ganó una Marathon descalzo... Hay miles de ejemplos. Se puede.
Utópico es quedarse mirando. ¡¡Mueve el culo!!
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