El silencio nos hace complices

Beethoven era sordo. No de nacimiento, fue quedándose gradualmente a lo largo de su vida. Aun así seguía componiendo, de tal forma que cuando ya no oía nada compuso la novena sinfonía entre otras obras.

Tenía un lema, “no rompas el silencio si no es para mejorarlo”. Un lema aplicable no sólo a la música, sino a la vida en general, sobre todo viniendo de alguien que no podía oír ni escuchar.

Era un maestro utilizando los silencios musicales. Los silencios son un recurso musical que sirven para enriquecer una melodía, en este caso haciendo que no se escuche sonido. Son un recurso rítmico sin el cual no se entendería la música. Sabía elegir el momento preciso del silencio y el de la fuerza de las notas.

Todos hacemos silencios. Incluso las personas que hablan mucho y muy rápido paran un instante para coger aire. En función de la longitud de esa pausa podemos decir que hacen un silencio muy rápido de corchea, semicorchea, fusa, semifusa…o muy lento, de redonda, blanca, negra…

La vida no se entiende sin silencios. Un amigo hace mucho tiempo me decía mirando al mar, “calla, escucha un rato el silencio”, lo cual era difícil cuando lo decía desde el paseo marítimo de Benidorm, aunque el espíritu se entendía.

Sin embargo hay veces que el silencio es negativo. No decir nada es una forma de decir mucho en un momento determinado en que es necesario escucharse. Es una forma de hablar sin hablar.

Hay veces que no decir nada es ser cómplice de una situación. Por el motivo que sea y con toda la legitimidad, pero no pronunciarse es pronunciarse de otro modo.

Respetando el lema de Beethoven, creo que hay momentos en los que hay que mojarse. Si uno se calla está asintiendo e indirectamente aceptando algo con lo que puede ser que no esté de acuerdo.

Todo se puede y debe hablarse, con educación y respeto entiendo yo. No hay nada que debiera ser tabú, por muy políticamente incorrecto que sea siempre que se trate con la sensibilidad suficiente hacia quien le puede molestar. Pero no creo que sea bueno callarse cosas que nos convierten en cómplices de algo que no deseamos.

Claro, soy un cachondo, es muy fácil decirlo, pero ¿quién le dice a un jefe que no está de acuerdo o a una pareja que no le gusta tal o cual cosa que a la otra persona le hace mucha ilusión? No creo que sea incompatible plantear y dejar clara una postura con el hecho de “pasar por el aro” por amor o por temas laborales o por buscar un bien común. Se puede tener una opinión y consensuar algo que beneficie a todos, aunque haya que ceder.

Lo que estoy seguro que no es muy saludable, es acabar haciendo lo mismo o algo no consensuado pero sin haberlo podido hablar y que el otro conozca nuestra postura al respecto.

Creo que me entendéis…todos hemos vivido de estas.

La vida tiene un componente que es el de la experiencia y el entender en base a esa experiencia que hay que ceder. Por muy fuertes que sean las convicciones hay que ponerlas en común con loas de los demás y buscar un punto de encuentro por el bien común. Se le puede llamar “negociar”, “consensuar”, etc. Pero estar callado ahí no ayuda. No ayuda nada.

Amig@s hay momentos en que es necesario mojarse y pronunciarse. Con educación y respeto pero explicando lo que uno cree. Sin querer empeorar el silencio y quizás buscando puntos de encuentro entre diferentes formas de ver las cosas.

Al final el no hablar lleva a conflictos y ahí ya se habla de otras maneras.

Lo podéis extrapolar a lo que queráis pero estamos en un momento en que es necesario hablar y acordar, sin teatrillos ni acciones mediáticas. Sin silenciar a nadie pero tomando decisiones.

No hacerlo nos lleva a un agujero del que es muy difícil y doloroso salir.

No seáis cómplices y decidir bien los momento es que no merece la pena romper el silencio y en los que sí es necesario.

#impossibleisnothing




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