Disfrutar es la clave

El otro día estaba zapeando y me encontré con un partido de la NBA. La verdad es que estaba interesante y bastante espectacular. Veía el juego “alocado” que tienen los equipos americanos, muy diferente del juego "táctico" de los europeos y me preguntaba cómo puede ser que después nadie les gane en los Juegos Olímpicos, aun yendo con el tercer equipo.

Es más, pensaba, si los equipos europeos van con todas sus estrellas, que parte juegan en USA, ¿por qué luego no son capaces de ganarles? Jugadores buenos hay en los dos lados, ¿cuál es la diferencia?

Y en el partido del zapping la entendí. La diferencia es que se les ve disfrutar en todo momento, saborear cada jugada como si estuvieran jugando con sus colegas en la cancha del barrio. Esa es la diferencia entre unos equipos “tácticos” y otros “alocados”, que juegan saboreando lo que hacen, mientras que los primeros juegan con la presión de ganar. Para los americanos, ganar es un fin, para los europeos es un medio, cuando están en las Olimpíadas. Disfrutar del momento marca la diferencia final entre ganar o perder.

Y esta es la clave, no sólo de una competición de baloncesto, es la clave, quizás, de esa palabra que cuesta tanto entender, felicidad.

El día a día nos "mata" en todos los sentidos, según lo miremos. Cada uno tiene su Historia y por supuesto hay comedias, tragedias, suspense, aventuras…Hay de todo, pero para cada uno su historia es la importante y lo primero. Es raro cuando algunas personas anteponen las historias de los demás (no familia) sobre las suyas propias, se les suele llamar idealistas o tontos del culo, aunque luego se los admira.

El caso es que debemos de saborear cada una de nuestras historias. Cada segundo. No sabemos si habrá muchos más (esperemos que sí). El día a día, el trabajo, la familia, los amigos, los hijos, los novios, las novias, etc. Si no disfrutamos cada segundo en nuestra relación con todos ellos quizás debamos cambiar algo.

La sociedad nos empuja a vidas mecánicas, como robots. Te levantas, atasco, trabajo, estudio, si acaso tomas algo o haces ejercicio, casa, duermes y día siguiente. Esto cinco o seis días a la semana. Entre medias que si niños, que si padres, que si parejas…Vamos que parecemos autómatas.

Pues yo creo que debemos de disfrutar de esos “automatismos”. Cuando los tenemos nos quejamos y cuando no, los anhelamos. Es curioso. Ya sabéis, está en nuestra naturaleza el quejarnos y en nuestra cultura echar la culpa al resto de no ser capaces de disfrutar.

Me maravilla la gente que siempre está sonriendo, con sus días malos y sus bronquillas de vez en cuando, que por supuesto ha de haberlas, pero con un enfoque claro en vivir y disfrutar las cosas. En reír más que en llorar. Me gusta mucho esa gente, tanto la que conozco como la que no (algo positivo de la tecnología) pero que siempre es capaz de motivar y estimular a que los demás no decaigan.

Lo he mencionado varias veces en el blog. François Mitterrand, ex Presidente de la República de Francia, ya enfermo de cáncer terminal, repetía que no tenía miedo a morirse, sino a dejar de vivir.

La vida es un regalo y si estamos constantemente comparándonos y quejándonos por todo no la disfrutaremos, hasta que llegue el momento que nos arrepintamos por ello. Mejor dejar las quejas para cuando seamos muy muy mayores y cascarrabias (es broma) y tratar de poner soluciones mientras tenemos energía para hacerlo. Somos los dueños de nuestro destino, como decía Mandela, al menos en el siglo XXI y en este país. Deberíamos congratularnos de ello y disfrutarlo.


No dejes de hacerlo. #impossibleisnothing 

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