Hay Esperanza

La Historia de la Humanidad se compone de miles y miles de episodios conocidos, a veces manipulados, pero que de una u otra manera están documentados. Hechos horribles en muchas ocasiones y maravillosos en otras. Seres humanos que nos avergüenzan y otros que nos emocionan. Hay de todo.

También hay miles y miles de historias anónimas dignas de elogio y de conocerse. La sociedad de la información, el cine, los libros, etc, nos han dado visibilidad sobre algunas de ellas mientras que otras nunca llegarán a nuestros oídos.

Personajes con hazañas increíbles, héroes y heroínas que hicieron grandes cosas por sus semejantes, niños sin aparentemente ninguna oportunidad que alcanzaron sus sueños, y así un sinfín de ejemplos que nunca seríamos capaces de abarcar.

Es importante recordarlo a veces. Todos podemos llevar a cabo cosas inimaginables. Nuestra historia, la tuya, la mía, puede nutrirse de acciones que nunca pensaríamos. Todo puede pasar.

La sociedad actual y el status-quo que nos brinda hacen que muchas veces perdamos la perspectiva de aquello que soñábamos. Cuando éramos niños o incluso adolescentes no parábamos de soñar y soñar. Después el sueño se volvió rutina y la rutina venció al sueño, catalogándolo de “imposible”.

Sabéis que no me gusta nada esa palabra. Hay cosas improbables, pero no imposibles. Es una cuestión de motivación y de esfuerzo. En unos casos pagaremos un precio muy alto por alcanzar ese sueño, en otros casos será muy accesible haciendo algunos cambios pero lo que estoy seguro es que no hay nada inalcanzable. Esas miles y miles de historias, conocidas y anónimas, nos lo demuestran.

Estamos en la era de la tecnología, de las redes sociales, de las modas, de la inmediatez…Estamos en la era donde nos miramos mucho el ombligo y empatizamos poco con los demás, sólo cuando “toca” por quedar bien y seguir el “trending topic” del momento o si realmente es por algo que nos interesa. La sociedad de lo accesible es la sociedad de la desconfianza y del yo.

Nos hemos convertido en máquinas que servimos a una rutina condicionada por el “qué dirán” y por el postureo. Y cuando uno es “auténtico” lo es porque dispara contra todo o porque es un malote.

Parece que estamos perdidos… Sin referentes, sin objetivos comunes…

Pero el ser humano es impredecible y podemos utilizar todas estas nuevas herramientas en beneficio de todos. Es posible criticar sumando, proponer y hacer, aprender de los demás reconociendo que no lo sabemos todo. Es posible.

Basta voluntad y recordar quienes somos. No sólo con los días señalados en que parece que hacemos una pausa (cumpleaños, nacimientos, muertes…). No sólo en ellos. Podemos recordarlo todos los días, antes de ponernos en modo autómata y recordar que podemos cambiar lloros por risas, juntos, sin prepotencias.

Incluso los temas más complicados, más “ocultos”, tienen solución. Los pueblos no se matan entre sí por fanatismo, no se mueren de hambre por “vagos”, no se “queman” contra el mundo por sistema. Todo tiene un por qué y una raíz que hay que atacar y resolver.

Sí, es idealismo, ya. Pero es posible. Los intereses de las grandes corporaciones o gobiernos, las mafias, los poderosos que parece que nos manejan como marionetas, el aborregamiento de las sociedades a través del “pan y circo”, y un largo etcétera de cosas, se producen no por arte de magia, sino porque hay personas, como tú y como yo, con sus brazos, piernas, cabeza, ojos, orejas, boca… que lo hacen. No son elementos abstractos surgidos por generación espontánea, no. Son personas que producen todo eso.

Se trata de generar la reacción en cadena. Aquella buena acción del día de Zipi y Zape a nivel macro. Sólo si empatizamos con lo que les pasa a los demás, que para ellos también es muy importante, podemos pensar en soluciones globales. No vale ceñirse a lo mío “porque soy muy independiente y hago lo que quiero”. El mundo es global, y lo es para todo.

Visualizarlo. Un mundo más justo, donde la gente pudiera vivir en paz, sin morirse de hambre, con reparto equitativo de los recursos, premiando el esfuerzo y estableciendo mecanismos de solidaridad, donde desde pequeñitos se enseñe que el respeto y la tolerancia son claves y donde haya unas reglas simples y lógicas de convivencia. Un mundo en el que los intereses de los “poderosos”, legítimos, tengan mecanismos de control, de equilibrio con el resto de la humanidad. Es posible. Se trata de voluntad y de hacer todos los días el proceso interno que sólo hacemos en momentos muy puntuales. Pensar en global.

Podría inundar el blog con bonitas historias o con sueños rotos. Podría contar la del niño que fue capaz de movilizar una nación para tener un futuro o la del niño que sólo fue portada de periódicos, muerto en la playa, y con el mundo lamentándose y olvidando a los dos días.

Podría sí. Pero las historias de verdad, las que nos motivan no deben ser las de los demás. Deben ser las nuestras. Provocando esa reacción en cadena el mundo cambiaría. Sería mucho mejor que ver una peli bonita que nos emociona 5 minutos hasta que volvemos al estado autómata.

Piénsalo. Es posible. Hay esperanza. No la pierdas.


#impossibleisnothing

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