El futuro ya está aquí...
Martes,
8 de la mañana, suena una melodía tranquila en toda la casa. El asistente de
hogar me da los “buenos días, David” con una voz pausada, relajante. Se trata
de un panel empotrado en la mesilla de noche, con "herman@s" en otros lugares de la casa, réplicas modernas de aquel Hal 9000 de 2001, Una Odisea del Espacio. Me pregunta qué me
apetece desayunar y qué programa de ducha prefiero hoy. Mientras tanto me hace
un resumen de las noticias del día en función de mis intereses y sugiere
algunos programas de radio o música de esa que me pone las pilas. Sólo con la
voz sabrá qué persona de la casa le habla y configurará todas sus rutinas con
las preferencias que elija. Rápido, inmediato, personalizado, fácil.
Activa
la configuración deseada de desayuno en la cocina y, mientras tanto, ayuda a los
niños a ponerse en marcha. Un robot asistente lleva la ropa de los martes y les
pregunta que tal han dormido.
La
ducha espera. He pedido el modo fragancia de mar y en las paredes y los espejos
se proyecta una playa paradisíaca. Una simple pulsera nos facilita el ver todo
en realidad virtual. Nuestra ducha es como darse un baño relajante en una playa
desierta mientras que con la voz vamos solicitando la música que queremos o que
se proyecte en los cristales la Televisión.
Al
llegar a la cocina los niños están preparados. Se han aseado observando el
paisaje desde la cumbre del Everest. De las dunas del desierto del lunes han
pasado a la cima del Himalaya hoy. Mañana hay liga mundial y me imagino que
alguno querrá la configuración del Nou Metrobéu.
En
la cocina, el robot tiene listo el menú favorito de desayuno y las mascotas
virtuales no paran de pedir que jueguen con ellas. Ayer, el androide “manitas”
estuvo haciendo labores de mantenimiento en los microchips. Las Ray-Ban de
realidad aumentada hicieron fácil el cambio de piezas. Hoy, la cocina parece un
zoológico, con tanta mezcla de sonidos.
El
panel central me recuerda que tengo una videoconferencia a las 9.00 por lo que
me sugiere que el coche autónomo lleve a los niños al cole. El parking cerrado
de llegada de niños tiene almacenado el reconocimiento sensorial del coche y
los androides de seguridad acompañan a los más pequeños a la clase. No hay
riesgo de que se pierdan.
El
sensor de la nevera ha detectado que no hay leche. El home life lleva el
control de inventario a través del ordenador central. Sabe que, cuando sólo
quedan 2 litros, hay que pedir otros 6 al supermercado. Me indica a través del
speaker que va a hacer un pedido con la compra semanal, ya que lo tengo
programado los martes y viernes. Me consulta sobre si tengo algún “caprichito”
que no haya incluido en la lista. Le pido esos helados especiales sin gluten,
que no tiene nuestro supermercado predefinido, pero sí el segundo. Les hará un
pedido específico ya que, al ser un único paquete pequeño, se envía con un dron
que recoge el androide en la puerta.
Afortunadamente
es martes. Me concentro mucho mejor en casa, con todo a mi alcance. Los
miércoles son los días de reuniones presenciales. La optimización de espacios
de oficinas hizo que la empresa para la que desarrollo proyectos tenga ocupado
presencialmente el edificio inteligente los miércoles. Los lunes le toca a un
gigante de la red y los martes a un par de consultoras. Los jueves es el día de
la empresa de energía alternativa y los viernes es un centro comercial virtual.
La
verdad es que dependiendo de los proyectos en los que van requiriéndome, hay
otros días que me toca coger el tren rápido que conecta con los edificios de
oficinas. No se tarda mucho, 15 minutos de punta a punta de la ciudad.
El
plan de reordenación urbana, que se hizo con la aprobación de las leyes para
optimizar el uso de edificios de oficinas, permitió aligerar de espacio vacío
la ciudad y conseguir que todo el mundo tuviera acceso a una vivienda, acabando
con la especulación del mercado, al equilibrar la oferta y la demanda. Incentivos fiscales y una regulación equilibrada contribuyeron decisivamente.
Pero
bueno, hoy desde casa. Mientras tomo un café recién molido y preparado, puedo
pedirle a mi asistente virtual que me explique los puntos principales de la
presentación. El trabajo que hemos hecho diferentes equipo y
el nivel de consultas previas de todos los involucrados, ha hecho muy fácil
intercambiar información entre los asistentes virtuales, identificando las principales dudas y los puntos “escabrosos”.
Para aquello en lo que se está de acuerdo ya se ha redactado un acta que pasaremos
a aprobar. Para lo demás, la inteligencia artificial ha preparado diferentes escenarios de negociación y probabilidades
de ocurrencia.
No
creo que sea una videoconferencia muy larga. La optimización de reuniones a
través del cruce de datos para enfocarse en lo principal, ha cambiado el mundo
de las reuniones interminables. Todo está muy delimitado y sobre la marcha se
van ofreciendo escenarios de actuación según pueda cambiar alguna de las
premisas del proyecto. Son los asistentes virtuales los que hablan entre ellos
y realizan todo el trabajo mecánico. Se protege la información con nuevas
tecnologías de bloques y la toma de decisiones se realiza con una información
muy precisa y fiable.
Además, me he bloqueado 15 minutos para ver las opciones de vacaciones que me ha preparado el asistente a través del big data. Me ha dado como 30 opciones de configuración distintas, en función de los gustos de cada miembro de la familia y con prereservas y preconfirmaciones hechas de acuerdo al presupuesto establecido y a lo que se ha negociado en el mercado de vacaciones de asistentes virtuales. Estoy a un paso de cerrarlo.
Ha sido rápido. Acabamos la videoconferencia.
Los escenarios virtuales de ambientación son espectaculares. Esta vez
decidimos que fuera algo distendido y pedimos una puesta en escena de una mesa
redonda en un yate. Creo que ayudó a resolver el fondo de la discusión. Aún siendo una discusión previamente preparada por máquinas, la decisión siempre es de personas, pero es innegable lo que facilita el hacerlo con la mejor información posible se haga ese trabajo previo entre dispositivos inteligentes. Pasó la época en que la gente se "asustaba" de esos trabajos previos, cuando se entendió que la decisión y el control por detrás siempre sería humano, generando nuevos puestos de trabajo.
En esta empresa, de las cuatro para las que he ido
trabajando por proyectos, se han hecho reorganizaciones importantes. Ha sido
difícil reciclar el personal para dedicarlo a tareas técnicas y nuevos modelos
de negocio, pero ha habido encaje. La revolución tecnológica y la entrada de
androides y drones trajo la histeria colectiva respecto de las pérdidas de
empleos. Enseguida se demostró que era necesario un ejército de trabajadores
que monitorizaran todas las necesidades y funcionalidades de todos estos nuevos
elementos tecnológicos. De nuevo, las máquinas podían automatizar algunas tareas de máquinas,
pero necesitaban la intervención humana en la toma de decisiones. Necesitaban
un alma. Se ha generado trabajo y optimizado espacio y horarios.
Es,
salvando la distancia, como cuando se pasó en la Bolsa de Valores del corrillo
de mucha gente gritando, con bastante desorden, al mundo interconectado de
ordenadores y sistemas que eliminaron los corrillos pero que generaron cientos
de puestos de trabajo en todos los que intervenían en las sesiones. El
creciente flujo de información hizo necesaria su automatización y lo
racionalizó. Y esto ya paso en el siglo XX, ¡qué lejos queda!
Es
cierto que hay un gran debate sobre los nuevos puestos de trabajo y el sistema
educativo. Es un debate que se podía haber tenido hace 20 años, con implicación
de Gobiernos y la Sociedad en su conjunto. Hubo grupos y asociaciones que
trataron de tenerlo, pero interesaban más mundiales de fútbol o quien ganaba el
concurso de vivir 15 personas aisladas 3 meses en una casa. Se perdió un tiempo
precioso para iniciar la reconversión y preparar a los niños de entonces a lo
que venía.
No
obstante, y con mucho esfuerzo, la sociedad va encajando todos estos cambios y
nuevos modelos de negocio con nuevas maneras de trabajar. La superpoblación
mundial requiere que se produzcan equilibrios geopolíticos, a los que la
tecnología puede ayudar, pero las personas deben ser las protagonistas. Sólo
desde el entendimiento para la busca de bienestar colectivo en todo el planeta,
por encima de intereses individuales, podemos conseguir mejoras. Es una
asignatura pendiente y las rentas básicas de las que también se debate ahora
mucho, no son la única medicina.
Insisto,
que pena del tiempo perdido en buscar el postureo y no proponer nada por parte
de tantos y tantos que tenían responsabilidad para hacerlo (incluido los medios
de comunicación). Ahora toca construir a marcha acelerada, pero con cabeza,
sentando bien las bases.
Afortunadamente,
y como se decía anteriormente, es un mundo de oportunidades. El nuevo
ecosistema tecnológico requiere de millones de conexiones e interacciones entre
máquinas. Todo ello requiere de un control humano. Hay situaciones no
programadas que necesitan de la toma de decisiones de una persona. Además de
todo el control de las funciones y aplicaciones públicas. Incluso de la
activación de planes de contingencia ante algunos fallos.
Tenemos
muchísimo por hacer, sin necesidad de llegar a los extremos que escribía Huxley
en su “Mundo Feliz”. Las personas siguen siendo personas y la tecnología las
hace más personas. La clave es la educación…como sospechábamos. Y por supuesto, el que los Estados se pongan las pilas ayuda…ya vimos el caos que se organizó hace
años cuando les pillaron en “bragas” con la regulación obsoleta para la
revolución digital.
Bueno,
mientras sigo con mis proyectos. Me parece que quieren abrir sucursal en Marte,
que es muy extenso. Con el transporte supersónico no hay distancias largas.
Sólo falta que se invente el teletransporte, eso sí que sería un gran avance.
¿Ciencia
ficción? No hombre, no. ¿Puede imaginarse? Puede hacerse.
Menudo
sueño, ¡eh! ¿O no lo es tanto? Yo me iría preparando…el futuro ya está aquí.
#impossibleisnothing
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