Rompiendo rutinas...


En la vida hay puntos de inflexión. Los hay drásticos (una enfermedad, pérdida de alguien querido, una ruptura) y los hay “suaves” (operación bikini, cuesta de enero, vuelta al cole), el caso es que cada día es una oportunidad para replantearse cosas, sin necesidad de que nadie las piense por nosotros. Hay momentos “psicológicos” donde parece más fácil hacerlo.

La vuelta de vacaciones es uno de ellos. Mente despejada, limpieza mental y vuelta al lío. La claridad, a pesar de la “depre” post vacacional, ayuda a entender quiénes somos y a dónde queremos ir.

Porque como repito muchas veces en este blog, el 99% de lo que nos pasa depende de nosotros mismos. No hay casualidades, no hay azar, no valen excusas.

Por eso, el reseteo estival ayuda a iniciar esa dinámica, antes de que el fantasma de la rutina pasada venga de nuevo. Y viene pronto, os lo aseguro, por ello hay que espabilar.

No sabemos el tiempo que estamos por aquí, pero lo que sí sabemos es lo que nos queremos llevar con nosotros y probablemente lo que no nos queremos llevar. A veces el miedo, el no encontrar el momento adecuado, el bloqueo mental, nos llevan a la parálisis por análisis, y dejamos escapar grandes oportunidades, de todo tipo.

Aprovechemos la “depre” de la vuelta para coger el toro por los cuernos. No es bueno dejarnos llevar y que al final sean otras personas las que tomen decisiones por nosotros. Tenemos la suerte de vivir en un lugar y contexto que, es muy mejorable, pero que nuestros antepasados nunca pudieron ni soñar. Saquemos partido de ello y busquemos nuestro sitio.

Imagino que nos pasa a todos. Hay ocasiones en que nos sentimos descolocados. No hablo de si me entra la adolescencia a los 40 (que es muy legítimo), sino de momentos en que sentimos que no encajamos, como que estamos desfasados. Desde lo personal a lo laboral. Y hacemos como el avestruz, meter la cabeza entre las piernas y que pase rápido. Es ahí donde las personas que admiramos sacan pecho y son capaces de permanecer erguidas. Ese es el momento del cambio, y la resistencia a ello incrementa la sensación de desubicación.

Otras veces, los humanos somos muy dados a dar consejos, prejuzgando las razones de otros que no podemos entender. A veces incluso, nos convertimos en “jueces” involuntarios y emitimos veredictos sin tener toda la información. Eso nos pasa en el día a día, quizás por la vorágine de la rutina y quizás porque es difícil pararnos a pensar. Es un monstruo que debemos controlar. Cuando a la inversa, somos objeto de esos juicios, no nos gusta un pelo. No hagamos lo que no nos gustaría que nos hicieran, sobre todo sin saber qué razones impulsan a hacer ciertas cosas.

Aprender, recibir críticas constructivas, mejorar, es algo que debemos perseguir siempre. Pero la sumisión, eso no, en el siglo XXI, no.  

Basta uno de estos momentos de desconexión para verlo claro. Bastantes jueces de uno mismo somos nosotros. Los cambios, los caminos, los obstáculos, los dilemas, los debe de elegir uno, no otros por él. No hay que rendirse, hay que mantenerse en lo que creemos y luchar por ello. Perder la batalla sin pelear no es una opción.

A despertar y ponerse las pilas chic@s. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Sin miedo. Con determinación.

Hay vida después del solecito veraniego, os lo aseguro.

#imposibleisnothing


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