El amor siempre gana


Hace unos días estuve en una boda preciosa. Mi prima, a la que tuve en mis brazos cuando era bebé, se casaba con un chico excepcional. Una gran alegría para la familia.

Aprendí algo en esa boda. Hay que estar siempre alerta, porque las enseñanzas más profundas siempre llegan cuando menos te lo esperas. Y en este caso fue así.

Resulta que es la pareja de novios más enamorados que he visto nunca. Era un privilegio verlos “desde fuera” y diseccionar todo lo que iba pasando. Sus miradas, sus sonrisas, su lenguaje corporal y su lenguaje verbal…madre mía lo que se dijeron y cómo lo hicieron. Creo que todos estábamos con el clínex en la mano.

El hilo rojo invisible es el que te señala a esa persona. Unos lo llaman casualidad, otros lo llaman destino, otros lo asocian a Dios. Ya sabéis que no creo en las casualidades y tampoco en el destino…pero si en las señales. Todo tiene un "por qué"...o quizás un "para qué".

Los griegos ya lo pensaban hace más de 2000 años. Existía un mito que lo relataba: “los seres humanos fueron creados originalmente con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras. Temiendo su poder, Zeus los dividió en dos seres separados, condenándolos a pasar sus vidas en busca de su otra mitad.

Encontrar a la otra mitad, tal y como lo define el mito, es una quimera. Pasa una vez de millones.

Pues el otro día vi uno de esos casos.

Dan igual las “casualidades” que tuvieron que suceder para que se conocieran. No es importante. Lo importante es que ese hilo rojo que les unía hace tiempo hizo que se encontraran, como si el universo hubiera conspirado…que seguramente lo hizo. Y nos llevó a ese momento tan maravilloso.

El AMOR…lo más trascendente del ser humano…

Es curioso cómo se ha desarrollado en la Historia de la Humanidad. Su historia es la historia de cada uno de los que han pisado, pisan y pisarán este mundo. No hay fuerza más poderosa y más destructiva que el amor. Si todo es energía, ese sentimiento es la bomba con mayor número de kilotones que habrá jamás. Ningún avance tecnológico, ningún sistema político, ningún conflicto, podrá desligarlo nunca del hombre. Es intrínseco a la vida.

El amor, cuando es verdadero, es positivo. Debe sacar lo mejor de cada uno. Sólo se entiende si es respetuoso, tolerante, generoso, altruista, cómplice…y además lo es en el día a día, y en el día siguiente y el último día… incluso después.

Hay que cuidarlo. Si no se cuida se puede volver en contra. En las grandes situaciones de pareja está su demostración más evidente, pero en los detalles está la diferencia. Si no riegas la flor, se muere. Algo así decía “El Principito”. Dar las cosas por hecho suele tener malas consecuencias.

Hay elementos que pueden distraer. La riqueza, el poder, la obsesión sexual (encoñamiento en mi barrio) … Pueden acompañar al amor, pero no son amor en sí mismos. Cuidado con confundir deseo y ambición con otra cosa.

En la sociedad actual es raro ver demostraciones de amor. Uno se emociona cuando se las ponen delante de manera tan evidente. Algunos lo ven cursi, pastelito, etc. Pero en el fondo lo envidian. Necesitamos más ejemplos de los que nos dejan con la boca abierta y la lagrimilla en los ojos. El ser humano lo es porque es capaz de generar ese sentimiento y desarrollarlo, de manera plena. Va más allá de la propia naturaleza, es un regalo adicional a la vida.

El amor filial es, probablemente, el más puro que hay. Sólo cuando tienes en brazos a tu hijo es cuando lo comprendes. Su vida importa más que la tuya, en todos los sentidos. Incondicional.

El sentimiento profundo, de pareja, de hijos, de familia, de amigos, no significa que a veces no te cabrees con los que quieres. Hacerlo, es buen síntoma. Demuestra que te importan. El secreto está en cómo lo resuelves.

Del amor no se puede huir. Es algo que uno aprende con sus primeras "aventurillas" de verano y entiende cuando ve los ojos a su bebé. El amor te “atrapa”, como a los novios de la boda. Se trata de que no te anule, sino que te llene como persona y te haga mejor.

Me gusta mucho aquella escena de Nicholson y Freeman en “Ahora o Nunca”. Cuando Freeman (el culto), le explica a Nicholson (el rico), frente a la Gran Pirámide de Giza, el concepto que tenían de la muerte los egipcios. Cuando uno se moría, llegaba a las puertas del paraíso, y había un guardián que le preguntaba: ¿has sido feliz? ¿diste felicidad? Si la respuesta era negativa a una de las dos preguntas, no pasabas al paraíso.

El amor tiene esa doble vertiente. Das sin esperar y recibes sin exigir. Por eso es tan complicado.

El amor siempre gana. Siempre nos hace crecer. Buscar vuestro hilo rojo. No os hagáis l@s durit@s y estar alerta…

#impossibleisnothing

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