Querido hijo, Cuando seas mayor podrás conseguir todo aquello que te propongas. No te preguntes "qué será si"…o "y si" No pierdas el tiempo con eso, todo dependerá de ti. Sin excusas, sin miedos alrededor, todo estará en ti. Eso sí, costará esfuerzo, y debes prepararte bien para ello, pero recuerda que tú serás el responsable de todo lo que te pase. Habrá agoreros que sólo verán peligros y motivos por los que no hacer nada. Te hablarán de las crisis, los ciclos, los hijos, las guerras…No les hagas caso, por desgracia se trata de personas que han perdido la esperanza o que no han sabido vencer sus miedos. Ayúdales siempre que puedas. El mejor favor que puedes hacerles es enseñarles que todo es posible. Mientras te haces mayor te dirán muchas veces que eso no se puede hacer, que nadie lo ha conseguido, que si estás loco…no caigas en esa trampa. Si tú lo crees esfuérzate y lo conseguirás. Y cuando te caigas, aprende la lección y levántate. No hay nada más...
El ser humano es cobarde por naturaleza. Tiene que ver con conexiones neuronales e instinto de supervivencia. Para suavizarlo lo llamamos prudencia o lo disfrazamos con que "no es el momento". No importa la excusa, estamos configurados así. Si la cabeza manda, siempre encontrará un por qué para no hacerlo. Sin embargo el ser humano también es maravilloso. Por eso jamás podrá igualarnos la IA. Hay algo que nos distinguirá siempre. Y es que somos capaces de "pensar" con el corazón. Y eso ya no depende de conexiones neuronales. Técnicamente son procesos químicos y lo que queráis, pero trasciende de todo ello. Las emociones y los sentimientos son capaces de mover montañas. Si creemos, vemos. Sí existen motivaciones como la libertad, la justicia o el amor...entonces adiós masa gris, hola músculo rojo. Somos cobardes hasta que esa fuerza invisible nos convierte en valientes. Fundamentalmente ganando la primera batalla con un@ mism@. Aquí sí hay machismo. Los hombres sole...
En abril de 1999 tuve una cita con la muerte. Me visitó varias veces, pero no caí en su trampa. En aquel entonces había tenido unos momentos difíciles en mi familia. Los negocios de mi padre no habían salido bien y nos habían generado problemas económicos, que a su vez derivaban en mucha tensión entre mis padres. Y, por si fuera poco, cual peli de Hollywood, acababa de romper con mi amor de universidad. Estaba muy perdido. Antonio, un amigo de mi padre, productor de cine y televisión, había sido contratado por una tele autonómica para realizar una serie-documental con el comunicador más reconocido del momento sobre temas “misteriosos”, al que le gustaba mucho mezclar historia y ciencia con lo enigmático. El gran Fernando Jimenez del Oso, Lorenzo, redactor de la revista que dirigía Fernando, Pepe, operador de cámara, Antonio y yo, vivimos una aventura que cambiaría mi vida. Empezó en un vuelo desde Londres, de 20 horas con escala en Doha. Jamás había visto un aeropuerto con ta...
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