La Democracia de los Contenidos en la Red

“Procura vivir en tiempos interesantes”. Proverbio chino.
Está claro que estos lo son. La red ha revolucionado el mundo y la facilidad de acceso a la misma en todo el planeta ha hecho que surjan movimientos de todo tipo.
Las “rebeliones” en los países árabes eran impensables hace 3 años, sin la democratización de internet. Igualmente el uso de redes sociales y herramientas de interacción no sólo virtual sino también real entre personas (y empresas) han propiciado las concentraciones de estos días en España o que el Producto Interior Bruto que se genera por internet tenga un crecimiento exponencial en este escenario de crisis.
Pero la red va más allá. Una vez hemos pasado al 2.0 (concepto que se basa en la interacción, colaboración y compartición de información por parte de los usuarios a través de aplicaciones) el cambio en el uso de internet también se ha producido.
Antes, para escuchar música, hablar con los amigos, ver televisión o leer un periódico era necesario utilizar cuatro dispositivos distintos, que solamente aparecían interconectados cuando uno veía una película de ciencia ficción. Todo parecía de un futuro muy lejano.
Pero no lo eran. Hoy día ya no es así. Cada uno de nosotros podemos tener nuestra propia red inalámbrica de recepción, intercambio y almacenamiento de información. Y lo más importante, casi ya tocamos el momento en que podemos ver el contenido que queramos, incluso dentro de un poquito (pero muy poquito) más de tiempo, cada uno se fabricará su propio contenido. Páginas como www.clipbook.es nos ayudarán a ello.
Aquí surge la democratización de los contenidos en internet. Partimos de una premisa, el mundo online es prácticamente audiovisual. El vídeo y el audio suponen la mayoría de las descargas y las visitas a periódicos digitales suponen la consulta de millones de archivos de audio y vídeo al día. Esto es imparable.
Y como el mundo es audiovisual y se están definiendo las reglas en internet, debemos ser bastante cuidadosos con esa democratización del contenido. “Leyes Sinde” y demás experimentos no sirven para la definición de esas reglas. Estas leyes quieren poner vallas al campo, considerando al internauta pirata por definición y esto ayuda poco.
Quizás hay otro camino. Es el de ponérselo fácil al consumidor final con respecto a la facilidad de descargas legales a un precio razonable y buscar un acuerdo internacional con respecto a lo que supone la gestión de derechos en este nuevo mundo online. No puede ser el todo gratis, porque si fuera así la mitad de negocios durarían muy poquito, pero tampoco puede ser el mismo precio online y offline. No entro a cuestionar si es razonable o no que un CD de un solista o grupo musical  importante cueste 30 euros en la tienda. Pero si me pregunto ¿eso tiene futuro?
Los contenidos en la red deben estar sujetos a las mismas reglas de consumo que los que compramos en una tienda. Lo que es diferente es el canal y la forma de adquirirlos. Se pueden adquirir en un tablet desde la playa más remota de casi cualquier sitio del mundo, sin necesidad de desplazarse a ningún local físico para ello.
Esto es vital. Hay webs donde puedes ver el cine que quieras por 8 euros al mes. Lo puedes ver incluso en tu televisión, pero si estás de viaje o estás en cualquier lugar del mundo lo puedes ver en un portátil. Este es el futuro y este futuro ha echado a andar hace nada.
No estoy de acuerdo con el todo vale. Internet tiene muchos vacíos legales y hay que ser uniforme en la forma de gestionarlos. Creo que el mayor ámbito de encuentro de todas las culturas es Naciones Unidas y quizás allí o en un ámbito con un número de miembros similar se deben consensuar como tratar estos vacíos, respetando siempre al consumidor final y por supuesto con unas reglas claras de protección a la infancia.
Y lo más importante. Creo que la desigualdad que hay en el mundo nos enseña lecciones de cara a este “nuevo mundo online”. Las convenciones que se adopten no deben generar más desigualdad, sino todo lo contrario. Si alguien se descarga de forma ilegal desde una Isla del Pacífico una canción de, pongamos Bruce Springsteen (¿se nota que me gusta?), debe ser igual de “perseguido” que si lo hiciera desde USA o desde España. La convención debe ser uniforme. Igualmente con el respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales de las personas. El que se lo salte debe ser igual penalizado en todo el mundo.
Internet nos ha abierto la oportunidad de construir un nuevo mundo que sea mejor, donde rectifiquemos errores del pasado y donde todos contemos de igual manera. Y los contenidos que ahí haya y el acceso a los mismos es la llave de todo esto.
Definamos ya las reglas de juego para no tener que poner parches después. Seamos responsables

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