¿Todo tiene un precio?

Es muy interesante ese momento "sueño" que se produce cuando salimos de una administración de lotería, habiendo apostado un boleto que estamos seguros que nos hará ganar el bote multimillonario de esa semana. Pensamos en riqueza, en una mansión con la piscina sobre el mar, un cochazo, una buena compañía y poco menos que visualizamos que eso nos hace totalmente felices. Compramos un boleto por un euro y ganamos 100 millones...La felicidad se puede comprar entonces, ¿no?

Los que me conoceis sabéis que siempre he sido un poco inocente a la hora de responder a esta pregunta. Por supuesto que, desde mi idealismo, he de responder que no, hay cosas que no tienen precio. Pero la realidad parece decir que sí. La ambición del ser humano, muchas veces, no tiene límites y es capaz de pagar precios muy altos por objetivos...¿superficiales?.

 
¿Quién no ha "pervertido" su moral haciendo alguna chuleta (escribir la lección en un pequeño papel escondido) para pasar un examen? ¿Quién no dijo alguna vez una mentirijilla piadosa para que su jefe no le echara la bronca? ¿Quién no hizo un regalo a su pareja para conseguir algo de ella? ¿Quién no invitó al sitio más caro a su amigo cuando pensó que le había traicionado? ¿Quién no mintió a un hijo por no haber cumplido una promesa? ¿Quién no se saltaría cualquier norma si con ello consiguiera salvar la vida de un ser querido?

Desde que el hombre es hombre vive en un permanente estado de negociación, bien por conseguir comida, por alcanzar un estatus social o por propiciar que una persona nos haga caso. Y para todo esto siempre se han pagado "peajes". Unos lo llaman hacer locuras, otros lo llaman "daños colaterales"...Y todos hemos tenido que enfrentarnos alguna vez a esos "peajes". Y los hemos pagado. Ahora hago de nuevo la pregunta, ¿todo tiene un precio?

Pues señor@s, sí. El precio puede ser muy alto, inalcanzable, pero la experiencia demuestra que casi siempre existe. Lo que pasa es que la mayoría de las veces será tan alto que ni lo plantearemos...Pero en un estado de necesidad...¿lo tendríamos en cuenta?

¿Os acordais de aquella película, "Una Proposición Indecente" con Demi Moore y Robert Redford en la que una pareja en apuros económicos accedía a que la chica pasara una noche con el señor rico, a cambio de un millón de dólares? Parecía que era imposible que aceptaran, pero la presión y la necesidad del momento...

Afortunadamente, a pesar de ambiciones, necesidades y de los deseos más íntimos, el ser humano es impredecible. Y hay mecanismos que ni siquiera entendemos, pero se activan y permiten que haya algo que la mayoría de nosotros no estamos dispuestos a vender por nada. Se llama dignidad. Cuando hablamos de dignidad la cosa cambia....Vender la dignidad es dejar de vivir...

Desafortunadamente hay personas que se ven forzadas a ello. Por motivos económicos, políticos, religiosos, hay seres humanos que traspasan ese umbral...y comienzan a sufrir muchísimo...

Pero salvo en casos extremos, la dignidad es algo que no se vende. Es algo por lo que admiramos a personas capaces de conservarla en lo momentos más difíciles. La dignidad es una manifestación de la coherencia de la fe en unos ideales y eso no se puede comprar. Si hacemos un recorrido por la historia siempre nos quedaremos con aquellos nombres de personas capaces de ser coherentes y mantener siempre su dignidad.

Actualmente las herramientas que nos ofrecen las nuevas tecnologías permiten un acercamiento en la dignidad de las personas. Permieten compartir problemas y fórmulas para no traspasar esa frontera....Permiten ser más personas.

La gente que quiere hacer daño siempre ataca a esa línea de flotación. El arrebatar a alguien su dignidad supone dejarlo vulnerable y a merced del manipulador. Esto ha sido siempre así, desde la prehistoria hasta los tiempos actuales. Desarmar a alguien de dignidad es peor que dejarle sin armas...

Acordaros siempre que hay cosas incomprables...y que la dignidad es su bandera

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