¿Qué es la libertad?

Hay un documental que cambió mi percepción de la solidaridad y de lo que es la pobreza. Gracias a él estuve varios años metido en el mundillo de las ONGs. Es un fantástico e imaginativo montaje de casi 13 minutos que se llama “La Isla de las Flores” ( http://youtu.be/4kDN49_bFno ). La frase final dice esto: “Libertad es una palabra que el sueño vano alimenta, que no hay nadie que la explique y nadie que no la entienda”.

Últimamente se ha hablado mucho de libertad como libertad de expresión y de si la libertad, como concepto es un derecho fundamental que a veces se solapa con otros. Sin duda el terrible atentado de París, y los que se producen TODOS los días en el mundo, que no captan tanta atención, han abierto un debate global.

Hay gente que te dice “yo soy libre, hago lo que me da la gana”. Les gusta creer eso, incluso lo dicen de forma presuntuosa, con cierto aire de superioridad. Y sin embargo  querid@s, no es verdad. Uno puede hacer “lo que le da la gana” incluso, perdonarme la expresión, puteando a los demás, pero ni aun así se llega a hacer siempre lo que uno quiere. Hay múltiples condicionantes afectivos y sociales que nos impiden realmente “hacer lo que nos da la gana”.

Recordar esa frase que me gusta de “yo soy yo y mis circunstancias”. Uno puede desear saltar en pelotas a un campo de fútbol en un partido de máxima audiencia. De hecho hay quien lo hace, pero el 99,99% de los que lo desean no lo hacen por esos condicionantes.

¿Quién no ha querido gastar esa bromita con mala leche a otro y su madre le ha parado los pies? Y no hablo de adolescentes...

No es malo que la libertad individual tenga unos límites afectivos o sociales. Lo malo es que creamos que no son iguales para todos o que limiten la propia realización como personas incluso a veces facilitando la falta de respeto a la comunidad.

Los que me conocéis me oís comentar muchas veces eso de que un medio puede publicar en primera plana un titular bomba. Pepito ha estafado 1000 millones o Juanito ha violado. Esto, sin duda, nos pone en un juicio de valor y nos hace prejuzgar. Pepito y Juanito se querellan contra el medio y 7 años más tarde se dicta sentencia a favor de ellos. Resulta que no eran culpables. Les pagan una indemnización que no compensará los años de ser señalados por la calle o de constantes insultos hacia ellos y los suyos.

Obviamente no estoy diciendo que un violador o un corrupto no tengan que ir a la cárcel si son culpables. De hecho no a los 7 años, sino cuanto antes, lo que implica una justicia rápida e independiente. Pero no estoy hablando de eso, de lo que hablo es del poder de un medio para prejuzgar a alguien y condenarlo a la luz pública sin que tenga posibilidad de defenderse en el Estado de Derecho. Hay una fina y delgada línea entre el derecho a la información / libertad de expresión y derecho a la intimidad / difamación.

Hace unos días casi todos hemos sido Charlie. Hemos querido poner de manifiesto que nada justifica unos asesinatos y que la libertad de expresión es un derecho al que no vamos a renunciar. Está claro que sí, pero es un derecho que lleva asociada la obligación de veracidad y respeto.

A lo que voy es que no seamos más papistas que el Papa, que es lo que nos mola a veces. Todos somos muy libres y nos creemos muy dueños de hacer lo que nos place y decir lo que nos dé la gana. Y eso no debe ser así. Vivimos en sociedad y las acusaciones se deben hacer con pruebas, las bromas con respeto y lo de “hago lo que quiero” con el límite de no joder al prójimo.

Yo también se ir por la carretera a 180 adelantando por la derecha y poniendo en peligro mi vida y la de otros. Y a lo mejor me gustaría hacerlo como en las pelis, probando un cochazo un día. Pero no lo hago, y no lo hago porque hay unas normas de respeto y convivencia que nos hemos dado todos. Y nos aplican a todos. 

No estoy siendo irónico con que también aplican a los poderosos, me refiero que también nos aplican a la “gente pequeña” por igual. No seamos hipócritas.

La libertad es lo más bonito que hay. Poder decir lo que uno siente o piensa sin que eso signifique ser encarcelado o silenciado, como sigue pasando en muchos lugares. Poder discutir y poder tener acceso a cosas. Decidir si voy al teatro o al fútbol si duermo o veo la tele si paseo en familia o me voy de juerga con los amigotes. Poder disfrutar de esto, en un país que lo permite, con seguridad en la calle y sabiendo que el resto también disfrutara con ese mismo “buen rollo” es impagable. Ahora, con respeto. El respeto a que mi libertad no invada la de los demás.

Y amig@s, esto no se legisla. Va más allá. No va de políticos o chorizos que son los culpables que hoy día encontramos para todo. Va de nosotros, de la gente, de nuestras propias incoherencias...

Me hace gracia cuando vamos a una cabalgata de reyes o a la cola de papa Noel y con la Navidad (ya sabéis, todos buenos) y lo entrañable del momento le lavamos el cerebro al niño con que hay que ser bueno, portarse bien, respetar, etc, y al mismo tiempo estamos a empujones en la fila porque el listillo de turno se quiere “colar” o porque ese caramelo que han tirado tiene que ser mío a toda costa.

Libertad si….pero sin ira…. Con respeto….con un límite de sentido común, no sólo el que marque un código civil o penal…


Disfrutemos de ella que muy cerquita, pero que muy cerca, ni siquiera pueden ni entender que significa. Peor que en la Isla de las Flores, si cabe.

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