Hablar es gratis
Lo he repetido muchas veces por
aquí. Hablar es gratis. Si yo lanzo un bulo sobre algo o alguien y vosotros me “lo
compráis” y le dais bombo, conseguiremos que se convierta en viral, y algo que
puede ser pura ficción, acabe siendo noticia no contrastada.
Por ejemplo podría decir que tal
político o futbolista, con chica reconocida, y que va de bueno, le he visto muy
cariñoso con otra chica a altas horas de la madrugada en una discoteca.
Si la cosa prospera al día siguiente
el personaje en cuestión tendría que salir a la palestra desmintiendo, 1) que
estaba con una chica cariñosamente, 2) que estaba de copas 3) y que era tarde y
al día siguiente trabajaba.
Y todo esto sin que el interesado
pudiera saber de dónde le viene. Sólo con un bulo viral del que algún
periodista, sin contrastarlo, podía haberse hecho eco.
Puede ser mucho más divertida la
cosa.
Puedo ser un “social media star” que
me guste lanzar tiros al aire. Incluso puedo reírme de quien me contradiga.
Podría decir que la tierra es cuadrada porque lo prueba no sé qué estudio que
nadie conoce, y habría muchos que lo creerían y arremeterían contra todos
aquellos que pidieran cordura en el tema.
Puedo decir, me lo dijeron hace
poco, que dejemos de comprar productos a multinacionales. O mejor dicho a
aquellos que vendan con el ánimo de lucrarse. O mejor, al que venda algo por el
hecho de hacerlo en un mercado. Boicot al sistema de mercado y todos en casa hasta
que haya un cambio de régimen.
Por poder se puede decir. Es
legítimo pensarlo y seguro que hay muchos que lo apoyan. Total, se tiende a ver
el sistema como algo perverso que genera riqueza y pobreza y a las empresas como
esos entes que en vez de cabeza tienen un símbolo de dólar y en vez de pies
tienen un Ferrari.
Total, por decirlo…
Pero no cuela campeones. El sistema
es imperfecto, como todo en la vida. Otros sistemas que se probaron fueron aún
peores.
Lo que debemos hacer es mejorarlo con acuerdos de mayorías, buscando aquello en lo que todos coincidimos (salud,
bienestar, educación…). Si preguntamos a 20 personas aleatoriamente en el metro
sobre que le piden a un gobernante, o a un sistema, hablarían de sanidad, de
educación, de trabajo, de poder pagar la hipoteca, poder comprar leche…equidad.
El sistema y las empresas lo
componen personas, no ideologías. Las personas se educan, en la Escuela, en la
Universidad, en la calle y el 90% del tiempo en sus casas, con el ejemplo. Si a
un niño le enseñamos que se pueden tirar los papeles por la calle o fumar donde no se debe, entenderá que eso está bien, porque
lo hacen la gente a la que quiere. Si le enseñamos que pagar impuestos es malo tenderá a hacer lo imposible para no pagarlos cuando sea mayor.
Los sistemas, y sus pequeñas cosas,
somos nosotros. No hace falta pensar en el tío Gilito Presidente de una
multinacional que tiene un sueldo disparatado, o no, o en el Gobernante
que se lo ha llevado muerto. Primero hay que empezar por uno mismo, para saber
transmitirlo y que nuestros hijos sepan que tanto uno como otro deben ser
honestos y justos y si no habrá un castigo.
Me resulta curioso que todos
aquellos “revolucionarios” que quieren cambiar el sistema a base del
inmovilismo no abren la boca cuando “los suyos” hacen algo que es reprochable.
Si “los suyos” son los que ganan el pastón o los artífices de la estafa,
entonces silencio. No se comenta. Si son “los otros”, “el enemigo” (que tanto
nos gusta pensar que lo somos), entonces a despellejar y lanzar acusaciones fundadas
o no.
Yo veo por la carretera a gente con
grandes coches y con utilitarios normalitos saltarse las normas. Unos y otros
provocan accidentes y muertos con sus imprudencias. ¿Sólo merecen la cárcel los
pijos ricos? Debemos ser objetivos si queremos ser justos cuando se producen
determinados hechos, ¿no creéis?
Hay quien habla de revolución y la
basa en eso, en quedarse quieto. Basta con generar caos y con eso ya cambiará todo.
Es posible, pero no sabemos las consecuencias.
Las consecuencias del caos, la
Historia nos enseña que siempre, insisto, siempre, vuelvo a insistir, siempre, han sido nefastas. Las “revoluciones” siempre han
costado sangre. Aquellas que han supuesto un cambio “de sistema” han costado
mucha sangre de hecho (no conozco ninguna que no salvo la de un dictador que
por fin se fue al hoyo). No seamos ingenuos ni queramos reinventar lo que la
Historia una y otra vez nos muestra.
La manera de cambiar las cosas es la
educación, la alimentación del sistema con unos valores que parecen olvidados
ya. Para mí los valores no es ser pijo de derechas o perroflauta de izquierdas
como nos gusta señalarnos. Todos perseguimos lo mismo y ni mucho menos “los de
derechas” son unos pijos y “los de izquierdas” unos perroflautas.
Pero nos encanta etiquetarnos por
ideologías que vienen del Romanticismo, o quizás de antes. No nos damos cuenta
que todos buscamos lo mismo y que los que están todo el día etiquetando, por
modernos que se crean, unos y otros, están anclados en la Prehistoria.
Para mí los valores están en enseñar
a nuestros hijos a que hay unas normas que nos damos entre todos y que se
pueden cambiar con leyes, con urnas, no con pataletas ni saltándoselas porque
es divertido. Para mí los valores están en la educación del día a día, en
respetarnos, que no lo hacemos ni en la cola de un bar de copas o de la frutería.
Por no hablaros de las incorporaciones a las salidas de una circunvalación.
Para mí es esa la “revolución”. La
democracia son leyes que persiguen el objetivo de la mayoría, fomentando el
respeto. Las minorías también se merecen ese respeto y deben de caber en todo
aquello que es un objetivo común, pero sus planteamientos no pueden condicionar
a la mayoría, por legítimos que sean. Vivimos en una sociedad y todos debemos
adaptarnos a ello, nos guste o no.
Cuando me llegue la hora seguiré
oyendo hablar de ideologías, de los fachas, los rojos y de toda esa
parafernalia que se sigue alimentando por gente que ni sabe lo que significó.
Aun así espero que hayamos sido suficientemente
inteligente para que la mayor parte de nuestros hijos entienda que,
radicalismos aparte, lo que todos queremos es progreso, respeto y justicia y sólo
se construye si estamos por la labor.
Una tarea difícil, mucho más que la
de lanzar sapos y culebras por una red social, pero seguro que mucho más
efectiva…
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