Juguetes rotos

Son historias que se repiten todos los días. Grandes promesas, niños que apuntaban maneras, eternos aspirantes…y finalmente juguetes rotos. Pasa a menudo en el deporte, pero mucho más a menudo en nuestro día a día. Aquellos que parecían invencibles, destinados a un éxito innegable y que, de repente, cayeron en desgracia.

Y es que el exceso de euforia o de crítica tras la victoria o la derrota es algo externo a nosotros. Incontrolable en cuanto a que normalmente son terceros quienes nos alaban o nos desahucian a la velocidad del rayo. El riesgo está en creérnoslo, y pensar que podemos vivir de eso para siempre en el caso positivo o que es un pozo del que nunca saldremos en el caso negativo. Juguetes que se rompen por sobrevalorar las opiniones externas, sin tener los pies en el suelo para relativizarlas.

Pero la autoestima y la determinación no están fuera de nosotros mismos. La capacidad de entender que lo bueno nunca es tan bueno y lo malo nunca es tan malo, es algo que no depende de los demás. Aislarnos del ruido de terceros y confiar en nosotros mismos, con humildad, sin aspavientos es algo que depende de nosotros mismos y se llama madurez. Incluso se empieza a aprender desde niños, cuando cualquier crítica es una frustración...

Yo no creo en los juguetes rotos. Creo en las personas (siempre lo haré), que incluso, en su lado más cruel y egoísta tienen la oportunidad de cambiar la situación. Depende de cada uno de nosotros, no de lo que digan los demás. A pequeña escala hay que aislarse del entorno muchas veces para no meterse en una bola de nieve imparable. A gran escala es necesario obviar el encumbramiento desmesurado o la crítica feroz que hacen algunos medios.  Está en nosotros, no en ellos.

Me encantan los casos de personas "desheredadas "por la sociedad, debido a presiones mediáticas y a los momentos de debilidad en que no son capaces de sobreponerse y decir "aquí estoy yo". Es común en el deporte, aquellos que te alaban te destrozan al día siguiente y te caes al pozo y de repente, cuando te das cuenta que todo depende de ti, y no de ellos, resucitas. Hay un montón de casos en la Historia. Me encanta ver como agachan la cabeza esos que fabrican los “juguetes rotos”.

No sólo es en el deporte. Pasa en los trabajos y en todo ámbito de la vida. Los campeones del instituto o de la facultad que acaban en estado de depresión permanente, sin ver luz. O las eternas promesas de las empresas que se creen ese estado de admiración ficticio y que un día despiertan con una buena caída, entendiendo que la vida es hechos, y sólo hechos.

Ahí empieza el camino del éxito en verdad.

El éxito, en todos los ámbitos y en el concepto que lo entienda cada uno, depende de nosotros mismos. No nos empeñemos en mirar para todos lados buscando culpables y agarrarnos a una excusa. Eso se llama cobardía. No depende del que te promete el cielo y luego no te lo puede dar. El error es nuestro, no suyo.

El éxito, que en mi caso entiendo como tener una sonrisa permanente en la cara en vez de un gesto de mal humor, se fragua con autoestima, esfuerzo, mucho esfuerzo, determinación y relativizando el ruido externo. Cuando uno cree en lo que hace, se motiva para conseguirlo y no hace caso de los comentarios extremos, ni positivos ni negativos, al final lo consigue. Tarda más o tarda menos, pero lo consigue.

Pero cuando uno vive de lo que le dicen los palmeros de alrededor que desaparecen cuando la cosa va mal, dejando paso a las hienas con su crítica destructiva, entonces tiene el futuro muy gris. Ojo con palmeros y hienas. No son de fiar, ni unos ni otros. Mejor aquellos que te dicen las cosas como las ven, sin adornos, sin crear falsas ilusiones.

Ni caso cuando alguien va a destruir. El que destruye es porque no puede construir. Quizás porque no fue capaz de superar que los palmeros le dejaran solo. Ni caso a los “terroristas de la autoestima”.

Desde mi punto de vista uno alcanza su nivel máximo cuando cree, se esfuerza, lucha y no se rinde y además se rodea de personas en su misma sintonía, que nunca defraudan. Un amigo de verdad te escuchará y te dirá lo que siente, sin tapujos, tanto lo bueno como lo malo, pero no te engañará. Mucho mejor tener a estos cerca.

Insisto, no hay juguetes rotos. Hay momentos buenos y momentos malos, pero todo depende de nosotros…no desperdiciemos el tiempo culpando a otros o lamentándonos de la mala suerte.

#impossibleisnothing




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