Las organizaciones del futuro
Ya lo decía Radio Futura en los años
80, el futuro ya está aquí.
Y el futuro no tiene marcha atrás es
imparable, aunque le pongamos las barreras más altas, las traspasará, por lo
que es mejor prepararse para disfrutarlo en vez de hacerle la guerra.
El cambio y la cultura de cambio
siempre ha sido un gran hándicap de las organizaciones en España. Aplica a
todos los ámbitos ya sean culturales, empresariales, deportivos, Estado, etc.
Se generan unas estructuras jerarquizadas, más o menos pesadas, que ralentizan
la inevitable metamorfosis.
La tecnología ha acelerado el
proceso. Las nuevas organizaciones nacen sobre bases tecnológicas que fomentan
una cultura distinta, de constante dinamismo y apertura de mente. Es una
innovación permanente, un jarro de agua fresca que inunda nuestra sociedad,
aunque de momento en pequeña escala y en muchos casos con muchas trabas.
Pero aquellas estructuras tradicionales,
con Historia, necesitan transformarse, la palabra de moda. La transformación no
es solo el mensaje de un alto Directivo o de un Presidente de una asociación o
de un organismo público. Es el mensaje y la ejecución del mensaje con el cambio
cultural que genera y que es lo que posibilita el cambio.
Y en eso España falla. Poco a poco esa
nueva energía cambia cosas, pero lo hace muy lento. Los compartimentos estancos
no se acaban de romper y el miedo a atreverse o al “que dirán” puede con las
ganas de surfear la nueva ola. Sólo si se entrena a los que posibilitan esos
cambios es posible romper la barrera y afrontar un proceso de transformación de
verdad.
Transformarse no supone echar a la
mitad de una plantilla o de los funcionarios o de los miembros de un club y
sustituirlos con máquinas. No supone “simplificar” (otra palabra de moda) a
tutiplén. Supone racionalizar los nuevos objetivos que la sociedad demanda a
las organizaciones (nuevas o antiguas) y desarrollar capacidades y procesos
internos (analógicos y digitales) para atenderlos. La reticencia de muchos
responsables de impulsar cambios viene por aquí, por el “riesgo” que le puede
conllevar de simplificarse a sí mismo, cuando a lo mejor el enfoque es pensar
en la nueva ventana de oportunidad que se le abre.
Transformarse es despertar a los
dormidos, chascarles los dedos en la oreja y decirle, “¡arriesga! ¡Prueba a ver
qué pasa!”. Se acabaron los puestos de trabajo o membresías de estar toda la
vida haciendo lo mismo, encadenado a la silla y siendo disciplinado, sin ruido.
La nueva cultura exige que se cuestionen las cosas, que se propongan nuevas
soluciones y que se haga en equipo, rompiendo absurdas cajitas opacas que aún
persisten en casi todo el tejido empresarial y el sector público español.
El talento tiene un papel
importantísimo. Es buenísimo tener en un equipo gente “mejor” técnicamente que
el responsable en algunos ámbitos y complementarlos con el resto del equipo y
hacer que el aporte de valor sea exponencial. Aquellos jefes, bastante típico
de empresas familiares o la Administración, que piensan que no se equivocan o
que alguien jerárquicamente por debajo en la estructura no puede aportar nuevas
cosas, se equivocan y no aguantarán el tirón de lo que viene. Al talento hay
que dejarlo salir y darle oportunidades, si no la organización muere y hoy día,
muy rápidamente.
Cada vez hay más y más proyectos que
nos demuestran que no se puede parar una nueva cultura. Los jóvenes, con sus
defectos y sus virtudes, aportan algo novedoso en nuestro país. No tienen
miedo. A veces lo llevan al extremo y se pasan de contestatarios, y a veces se
rinden ante las dificultades, pero defienden sus ideas y pueden ver más allá
del corsé social con el que han crecido sus mayores. Y eso, bien encauzado,
transformaría nuestro país, en todos los ámbitos. Pero nos cuesta, nos cuesta
dar el paso…
Pronto veréis ideas revolucionarias
sobre como relacionarse, como trabajar, como formarse, como comprar, en definitiva,
como dinamizar nuestras vidas y las organizaciones a las que pertenecemos de
una manera u otra. Y todo de manera colaborativa. No diviso un trabajo futuro
que no sea por proyectos, con hitos concretos, con autogestión, herramientas
tecnológicas, pocas oficinas “presenciales” y sobre todo mucho conocimiento
compartido y trabajo en equipo.
No, no me leáis como si fuera una
pitonisa leyendo unas cartas que mienten. No, leerlo y pensar si no está
pasando ya a vuestro alrededor, y sobre todo, si estáis preparados para ello… ¿lo
estáis?
Ya hay emprendedores poniendo esto
en la coctelera y diseñando la formación necesaria para ese entrenamiento de
líderes del futuro, multidisciplinares, con grandes habilidades comunicativas,
de trabajo en equipo y comprensión del peso de la inteligencia emocional… Proyectos
como Osmotic https://vimeo.com/213526433 darán mucho
que hablar…
Atreveros, despertar, nos viene bien
a todos… #impossibleisnothing
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