Influencers y liderazgo
Voy a ser muy original: no se puede caer bien a todo el mundo ni todo
el mundo estará siempre de acuerdo con vosotros. He descubierto la penicilina.
Partiendo
de esa base, sí existen ciertas personas que generan respeto, admiración y se
convierten en líderes, a veces sin quererlo, de opinión. No tienen el 100% de
la admiración ni generan el 100% del consenso, pero sí lo tienen de un número suficientemente
grande de “seguidores”.
Ni
Jesús, ni Gandhi, ni Mandela, ni Mozart, ni Leonardo, ni ningún personaje de
dimensión histórica, genera unanimidad. Y mucho menos lo hace en su tiempo. Siempre ha sido difícil que a uno le reconozcan sus méritos
cuando aún está de “cuerpo presente”.
Lo
cierto es que, sin esa unanimidad, existen personas que tomamos como referentes. ¿Por qué pasa? Desde mi punto de vista está claro, lo incontestable son los
hechos. Las cosas que uno hace lo definen, para bien o para mal, y son las que
tarde o temprano se hacen visibles.
En
todos los casos mencionados hicieron algo que nos genera admiración y que
incluso nos inspira. Fueron capaces de, con esfuerzo, remar contra corriente y
cumplir objetivos vitales en la Historia del hombre. Sin sus actos de lucha, hubieran
pasado desapercibidos, hoy no sabríamos de ellos.
Claro,
en el pasado tenemos que fiarnos de que las cosas sucedieron porque hay una
documentación histórica que así lo atestigua. Y si no fuera así, porque ha
habido un mensaje, transmitido durante generaciones y que haya
perdurado. Igualmente sería un mensaje referido a hechos. Sin hechos no hay
influencia que se mantenga.
Hoy
día la cosa ha cambiado un poco. La premisa de los hechos se mantiene. Sin embargo, el impacto mediático de un personaje y
como se desenvuelva en redes sociales, puede mantenerlo con influencia de
manera “artificial”. Las herramientas actuales permiten “manipular” a la masa y
convencernos de que alguien es quien dice ser, aunque no haya hechos que lo atestigüen.
Igualmente, tantos ojos mirando, pueden rebajar a un personaje del Olimpo al
Infierno en un suspiro. Es el nuevo mundo.
Y
es que somos humanos y el contexto, las circunstancias, el efecto dominó…hacen
mucho. El problema es que a veces esa notoriedad la tienen personas sin el
grado de madurez o formación necesarios para asimilar todo lo que les llega, y luego aparece el problema. Al final, el tiempo y los hechos ponen cada cosa en su sitio y la caída puede
ser dura.
En
la jerga moderna, a las personas que se convierten en “líderes” de opinión, se las llama “influencers”. Pueden condicionar
comportamientos y hábitos, y tienen un grado de persuasión muy suculento comercialmente hablando.
Algunas
de esas personas, que además sacan un rendimiento económico del tema, pueden
caer en una burbuja de la que es difícil escapar. Sus vidas se exponen
públicamente, entrelazando la privacidad y su actividad de prescriptores y, en
muchos casos, creando personajes con los que se acaban mimetizando, mezclando
realidad y ficción. Esos personajes son temporalmente respetados y admirados, pero
de manera artificial, pendiendo de un hilo…
Por
supuesto que se lo trabajan en cuanto a mantener su historia e incrementar su “influencia”.
Su capacidad de Relaciones Públicas se magnifica a través del social media. Es
ahí donde creo que deben tener cuidado porque se puede convertir en un arma de doble filo.
Son
personas igual que el resto. Personas que crean personajes interesantes para
identificar a productos y servicios y por tanto para ser imagen de sus campañas
comerciales. Se paga una pasta o se les da un “empowerment”. Ese empoderamiento se
puede convertir en una obsesión e incluso en un fraude.
Lo
cierto es que el nuevo mundo digital permite segmentar mejor a los perfiles de
personas. Todas nuestras vidas son mucho más públicas, de una u otra manera. Y aunque seamos únicos se nos puede agrupar en "segmentos" o grupos con comportamientos parecidos en un ámbito, por ejemplo a la hora de comprar moda.
Y para
cada segmento de perfiles existen esos líderes de opinión que son capaces de
convencer. ¿Eso es positivo o es negativo?: Depende.
Lo cierto
es que es importante que entendamos, desde pequeñitos, que el liderazgo de
opinión, ya sea adquirido de manera natural como construido, conlleva una gran responsabilidad
y debe ser aplicado con honestidad, sobre todo con uno mismo. Quizás es un
valor a enfatizar en los nuevos modelos de enseñanza. Recordar que se enseña en el cole y se educa en casa.
Lo
de que para cada roto existe un descosido y para cada grupo de perfiles un influencer no es nuevo. Las revistas de todo
tipo, fundamentalmente del corazón, ya nos mostraban a personajes populares que
se acababan convirtiendo en referentes de moda o en líderes de opinión, cada
uno con su público, en función de la audiencia del medio. La diferencia está en
que ahora eso se democratiza y, por ejemplo, un youtuber se puede convertir en
estrella mediática en horas, y luego se lo traga la tierra y luego vuelve en
instragram, etc. Este nuevo canal de la red produce “celebrities” temporales. Y
todo muy rápido.
Imaginaros, es como convertirse en estrella del rock de la
noche a la mañana. Insisto que los hechos son la clave, si no los hay al final
habrá una caída dura.
La
gestión de esa capacidad de influencia es clave.
Algunos se rodean de equipos profesionales
de personas (manager, asesores de imagen, relaciones públicas, etc). Otros no,
lo gestionan todo ellos y su entorno más cercano y se cometen muchos errores.
En algunos casos esos profesionales que saben de lo efímero del tema, quieren
explotarlo al máximo llevando a esas personas al límite. En otros casos es el
propio entorno quien lo hace.
Y
la vida de esos youtubers, instagramers, twitstars, etc se convierte en una
locura. Otras, en un infierno. Otras, por fortuna, acaban consolidando a
personajes con méritos que los avalan y generan esa confianza. Hay
una norma básica que no debería sobrepasarse: Humildad
Estos días he visto algunos titulares que me han
llamado la atención. Alguno habla de personajes que llegan a un restaurante de
xx estrellas Michelín y se descuelgan con que o te invita a comer o hacen un mal
comentario en redes sociales. Eso en mi pueblo se llama “chantaje”. Un chantaje
que está de moda y que puede llevar a explosionar la burbuja. Perjudica a todos los influencers y ellos mismos deberían luchar contra ello.
Está
claro que es urgente una buena regulación al respecto, no sólo del poder de las
opiniones en redes sociales, sino de la gran laguna que está generando la nueva
economía colaborativa. Como simpre la sociedad va por delante. Se trata de buscar lo mejor para el interés de todos. Peor claro, los políticos y su realidad.
Insisto, la explosión de la tecnología es maravillosa y nos tiene que ayudar a ser
mejores y crear un mundo mejor. Pero no olvidemos nuestra condición de
personas. Personas que piensan, sienten, se emocionan y que creen en unos
valores. No debemos traicionarnos ni dejarnos superar por éxitos temporales,
mejor convertirlos en sostenibles.
Cabeza
y no engañarse.
#impossibleisnothing
Totalmente de acuerdo, cuando creces artificialmente y no por tus hechos, inflas una burbuja. Me preocupa la baja responsabilidad que tienen muchos influencers de opinión... pero me preocupa mucho más que en la sociedad no haya criterio en muchos ámbitos para discernir entre un personaje meritocrático de otro algoritmizado. Gran artículo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.
ResponderEliminarAl final creo que la respuesta es la educación y la enseñanza. Es la única inversión (educación en casa y enseñanza en la escuela), como sociedad, que puede facilitar el que haya ese criterio.
Muchísimas gracias!!!