Nunca dejes de creer


Sé que esta frase se ha convertido en un eslogan futbolero últimamente. No va de fútbol hoy. Va de lo que podemos llegar a lograr.

Walt Disney fue despedido de un periódico porque “no tenía imaginación”. Chaplin desahuciado en los castings porque “era demasiado irónico para que lo entendieran”. Einstein menospreciado en el colegio porque “era tonto”. Fred Astaire no tenía papeles porque “no sabía bailar”. Michael Jackson “no tenía talento”. Maradona era “regordete como para triunfar en el fútbol”. Bruce Lee tenía que dejar las artes marciales por una lesión cervical “que le dejaría inválido” … y así nos podríamos pasar un día entero hablando de todos aquellos a los que dijeron que no podrían y aun así perseveraron sin rendirse.

Somos más de siete mil millones de personas en el mundo y compartimos el 99,8% de los genes. ¿Dónde está la diferencia?

No hay una palabra que lo defina. Para mí es una mezcla de fuerza mental, corazón indomable, fe ciega en que lo conseguirás y vencer al momento en que las emociones te piden tirar la toalla. Quizás la palabra es “actitud” o “creer”, no sé, pero sí tengo claro que es una fuerza interior que nos hace alcanzar esa milla extra, ese pasito más que nos lleva a la meta.

Por el camino nos tenemos que llevar muchos golpes y ser suficientemente fuertes para encajarlos, aprender, levantarnos y seguir hacia adelante, sin mermar la ilusión ni el espíritu de conseguirlo. Prueba y error constante.

Y no es fácil. Juega un papel muy importante la confianza en uno mismo y no dejar de creer que es posible. Cuando uno se lleva un batacazo puede caer en la tentación de abandonar. Mucho más cuando son muchos pequeños golpes continuos, donde se va minando la autoestima y la duda revolotea alrededor sin dejarnos respirar. No es nada fácil sobreponerse a esos momentos.

Nos pasa en nuestro día a día. Momentos personales, laborales, familiares que consiguen debilitarnos. Ahí es donde tenemos que resistir. La vida es mucho más global que desencantos personales o pérdidas de confianza laborales. Si uno sabe quién es y lo que puede llegar a hacer, los malos momento se convierten en fortalezas. Es muy importante tener claro siempre quién eres y como llegaste hasta allí.

Me sale la expresión corazón de león. Es mi forma de visualizarlo. Cuando pasa la tormenta, porque siempre pasa, si uno ha resistido en pie, habrá fortalecido tanto su actitud como su aptitud para conseguirlo. Si Disney se hubiera rendido nos hubiéramos perdido un mundo mágico, inigualable. Superar el rechazo reforzó su confianza, pero aún más, agudizó su imaginación. Le hizo mejor.

La sociedad, el entorno, los falsos amigos, los conflictos, todo nos condiciona, pero no puede ser la excusa para justificarnos. No caigamos en la huida fácil ni busquemos excusas para concedernos un paso de rendición. Es so lo que diferencia a los personajes que mencionaba al principio. No caben excusas, cabe aprender y mejorar.

Lo he dicho muchas veces en el blog. Los máximos responsables de lo que nos pasa somos nosotros mismos. Y si algo de fuera nos condiciona, hay que superarlo. Esperar a que otro lo haga por nosotros  es caer en el bloqueo o en el conformismo. O lo hacemos nosotros o no lo hará nadie. Las oportunidades hay que buscarlas, no surgen de la nada. La suerte no es casual. Nada lo es.

Nunca dejes de creer, y no lo digo por el eslogan del Atlético de Madrid, lo digo por ti, por mí. Si dejas de hacerlo los sueños se esfumarán y jamás saldrás de ahí. El confort está bien, pero nos hace incompletos como personas. Nada es gratis, supone esfuerzo y valentía.  

Nadie puede quitarte tu espíritu de lucha. No dejes que pase.


#impossibleisnothing

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