2 de enero, un día más…otra oportunidad de cambio


Del 31 de diciembre al 1 de enero hay 1 segundo, o 23 horas, 59 minutos y 59 segundos, según se mire. Como mucho, un día. Es un día más en la naturaleza, no tiene nada especial.

Sí lo tiene en el contexto cultural y, en cierta medida, en el psicológico y en el imaginario colectivo. En ese segundo se cambia de año y en algunas ocasiones de década, de siglo, o de milenio…No es en todas las culturas igual. Chinos, judíos, musulmanes y pueblos autóctonos de Latinoamérica y Oceanía lo celebran en otros momentos de los 365 días.

Sólo es un día más.

Es curioso que, ese día, hasta 1582, se celebraba el 21 de marzo, coincidiendo con el solsticio de primavera en el hemisferio norte (y el de otoño en el sur). Eso se debe a que, hasta ese año, el mundo se regía por el calendario Juliano, el de Julio César sí.

Pero en esa fecha, en un mundo occidental de influencia cristiana, el Papa Gregorio XIII determinó que el año comenzara el 1 de enero basándose que ese era el supuesto día de la circuncisión de Jesús.

Y es día más, cambió de día, aunque seguía siendo ese día más.

Se celebre en la primera Luna Nueva de la entrada en acuario, como los chinos, en los primeros brotes de primavera o en diciembre sí hay un punto común. Es la idea de regeneración, de quemar lo que no nos sirve y crear cosas nuevas que nos hagan avanzar.

El ser humano, liberado de creencias e ideologías, de manera natural necesita lo mismo. Enterrar lo que le encadena y empujar lo que le hace volar. Es una cuestión de supervivencia.

Claro, esto no lo digo para justificar lo de “voy a dejar de fumar”, “apuntarme al gimnasio”, “ver más a mis amigos”, “ponerme a dieta” y los innumerables propósitos mundanos de año nuevo, que están bien y a veces requieren mucho esfuerzo. Esto lo digo porque cualquier día es bueno, incluido el del nuevo año, para soltar lastre.

El cambio psicológico que se produce después de tomar 12 uvas parece que nos da alas para vencer los miedos que a veces nos paralizan y empezar a hacer cambios. El tema es que eso continúe el 2 de enero y siguientes.

Hace tiempo escribí un post sobre el miedo. Puede ser el mayor enemigo o el mejor aliado. Depende de nosotros. Hacer propósitos o promesas está bien. Ser capaz de ejecutarlas es otra cosa. Es una cuestión de vencer ese temor con voluntad y constancia.

Hubo un imperio en la antigüedad que se consagró como el más extenso que jamás ha visto la Historia. Fue el mongol. Gengis Kan fue el emperador más poderoso que ha dominado el planeta. Y lo fue por dos motivos principales: Su capacidad de manipulación y su determinación.

Igual que la oportunidad de reinventarse es algo que une a todas las fechas de cambio de año en todas las culturas, también hay algo que une a todos los grandes líderes de la Historia de la Humanidad, su energía para ejecutar sus planes, tanto para bien como para mal.

Si queréis que los propósitos de 1 de enero se mantengan el 2 y se materialicen antes del 31 de diciembre siguiente, tenéis que poner de vuestra parte. Sí, no se le puede “echar la culpa” a otro. Depende de ti, de cada uno. Determinación, es la clave. Creer y no rendirse, saber que el esfuerzo llevará premio.

Y entonces pasará.

Cumplir los propósitos, pero, sobre todo, cumplir los sueños.

Salud y felicidad en 2020.

#impossibleisnothing

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