Lo que no se ve
“Lo
esencial es invisible a los ojos”. Eso dice El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Yo, estoy de acuerdo con él.
Nuestro mundo
interior es infinito. Nadie lo conoce. Sólo nos pertenece a nosotros. Todos,
todos los que poblamos este planeta, tenemos una historia y un universo de
emociones y sensaciones que nos inunda en lo que nadie ve, en esa esencia. Sí,
algunos y algunas van de duros. No cuela. Iceman sólo existe en el cine.
La mala noticia es
que uno siempre está solo ante el peligro en los momentos decisivos. Esa
amalgama de colores internos sólo la conoce uno mismo. Hay quien se acerca.
Tenemos familia, amigos, personas que nos quieren… pero ellos ya lidian con sus
propias voces internas. A nosotros nos toca la nuestra.
Somos nuestros
propios “vampiros emocionales”. Depende de lo que alimentemos, nuestra vida
será una telenovela o una comedia…o ambas.
Razones,
sentimientos, miedos, impaciencias, experiencia…todo entra en la coctelera.
Sólo uno mismo sabe lo que hay ahí. No hay que esperar que nadie lo comprenda,
sino lidiar con ello.
La vida es un camino
y ese camino lo definen los hechos. Lo que pasa dentro nadie lo ve. Lo que se
materializa en acciones lo ve todo el mundo. Las acciones tienen consecuencias
y por ellas se nos suele juzgar de una u otra manera. Pero la mirilla para
observar nuestra alma nadie la va a tener y mucho menos entender.
Es muy importante
escucharse. Es un ejercicio difícil, porque somos nuestro peor juez. A veces
también nuestro mayor fan para buscar excusas. Escucharse es muy arriesgado. No
hacerlo… ¿lo es más?
Siempre digo lo
mismo a mi gente. Hazlo con el corazón y ejecuta con la cabeza. El corazón es
un gran cabroncete, sueña por nosotros…nuestra cabeza debería ayudarle. Sin
prisa pero sin pausa.
Como nadie está en
nuestra piel es bueno ser uno mismo. Suele ayudar en la vida en general. Ser
otra persona distinta puede quedar muy de postureo (ahora se lleva mucho), pero
no suele acabar bien. Es mejor no engañarse.
Sí, ya sé que a
veces nos puede el ímpetu, el momento, la impaciencia o la parálisis por
análisis y no sé qué cuántas cosas más que todas ellas son muy razonables y comprensibles…
¿lo son?
Hoy mi abuela
cumplía 100 años. Le faltó poco para llegar, aunque ya me gustaría llegar a los
96 como lo hizo ella. Es una de las personas que más he querido, quiero y
querré en mi vida. Me enseñó el valor de la sencillez y la inteligencia de la
bondad.
Pero, sobre todo, me
enseñó el camino de la felicidad. Coger esa mirilla interna que sólo nosotros
tenemos, escucharse y tomar acción. No sabemos cuánto va a durar este cuento y
desafortunadamente, sólo sucede una vez.
Lucha, ama,
disfruta, toma partido y sobre todo…exprímelo siendo tú.
Felicidades, estés donde estés.
#impossibleisnothing
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