Egipto: la revuelta digital

La historia tiene puntos de inflexión. Estamos ante uno de ellos. Nada será igual a partir de ahora. No solamente por lo que está pasando sino por cómo y por dónde se está transmitiendo al mundo.
Egipto es un país milenario. Un país que, para los que lo conocemos, sólo trasmite historia, paz, cultura y que genera una sensación de enamoramiento que no se olvida nunca. El país de los nubios, el país de lo inexplicable el país de lo diferente…
A veces la lejanía nos hace cometer el error de pensar que la gente de estos lugares no tiene voz. Desde nuestro desconocimiento, parece que son, espero que se interprete bien, fanáticos religiosos bajo el yugo de dictadores y donde la clase media es inexistente. Y parte de ello habrá,  pero son personas, y como tales piensan (cosa que a veces olvidamos) y tienen límites.
Una población que durante 30 años padece los caprichos de un presidente  que se erige en señor feudal, llega un momento en que estalla. Saben que hay un mundo más allá. Una población milenaria con ese amor por la cultura y por el conocimiento, no se queda esperando. Y ahora ha pasado, ha explotado y quieren avanzar como sociedad y como gran país que es.
Y lo maravilloso es que ha pasado no sólo por las ganas de que pase sino porque el mundo global y digital lo ha acelerado. Sin duda, el efecto de las redes sociales y de internet en su conjunto ha permitido acelerar todo. No me cansaré de repetirlo, no hay marcha atrás, el mundo es digital.
Esta  mañana escuchaba las noticias en la radio, transmitidas desde la llamada plaza de La Liberación, epicentro de la revuelta,  en El Cairo. Los sonidos eran determinantes. Hacían sentir lo que está pasando. Es la magia de la radio. Pero es que he llegado a la oficina, y como hago todas las mañanas, he visionado la prensa digital y twitter, herramienta a la que estoy “enganchado” desde hace poco (@David_de_Miguel). Y el  flujo de imágenes y sonidos es imparable. Gracias a él, el mundo de la “gente pequeña”, está conociendo lo que pasa al segundo y movilizándose para que la cruzada de un pueblo salga adelante.
No sé si será bueno o malo pero es definitivo. No hay marcha atrás, ni en la revuelta de Egipto ni en el nuevo mundo digital que se abre a nuestros ojos. Nuestros hijos ya han nacido en él y no conocerán otra cosa.
¿Sabéis lo mejor? Es un mundo por explorar, un mundo por diseñar, un mundo por hacer. No sólo por los cuatro o cinco  “grandes” en la cabeza de todos, ni siquiera por los Estados con leyes discutibles, sino por cada uno de nosotros.  Hagámoslo bien para que al menos este nuevo mundo sí sea justo y realmente libre.

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