En el punto medio está la virtud
Ya
lo decía Aristóteles hace más de 2400 años. El ser humano se deja llevar más
fácilmente por los extremos (lujuria, soberbia), que por el equilibrio. La
experiencia de lo vivido es la que nos da ese acercamiento al punto medio.
Estos
días se está celebrando en Madrid ”La Cumbre del Clima”. Es algo probado, guste
o no, que nos estamos cargando el planeta. Estamos a tiempo de poner remedio
porque, si seguimos por este camino, aceleraremos el final de nuestra especie.
No
voy a entrar en argumentos científicos o sociodemográficos. Los datos están ahí
y hablan por sí mismos.
Pero
tiene solución. Y es aquí donde entran en juego el punto medio. Tiene solución
si TODOS, repito, TODOS, tomamos conciencia de ello y no sólo eso, actuamos en
consecuencia. Por si no queda claro, lo subrayo, TODOS.
Hemos
convertido en adalid de la lucha contra el desastre climático a una niña de
quince años. La hemos dado empoderamiento por el “morbo” mediático de su edad y
que nadie se reirá de ella y su idealismo porque “es una niña”, pero al mismo
tiempo se la utilizará de bandera por la misma razón, metiéndole una carga de
presión brutal.
Y
lo hacemos porque no queremos reconocer una cosa. Nos sumamos a la causa de
poner a parir a gobiernos, gobernantes y empresas porque no hay huevos a
ejercer con lo que predicamos. Pedimos que tomen medidas y concursamos a ver
quién sabe más de las consecuencias futuras de seguir por dónde vamos. Incluso,
educamos rigurosamente a nuestros hijos para que reciclen. Luego pensamos que,
por clasificar la basura y echarla a contenedores de colores, ya hemos hecho
nuestra parte.
Está
bien eso de reciclar. Hace años, como voluntario de una ONG, hicimos una
encuesta en un barrio de Madrid, “¿usted cree que hay que reciclar?”. “por
supuesto” decían todos. ¿Qué le parecería una planta de reciclaje en el
barrio?”. “Ah, no, que la hagan en La Moraleja”. Por no hablar del descojone
general que suponía entre amigos y familia cuando sacabas este tema.
Esto
era como los documentales de National Geographic de La2. Todo el mundo los veía
oye, pero luego su audiencia rozaba el cero.
Me
alegro que los tiempos hayan cambiado y todos nos hayamos vuelto
idealistas…pero ojo, idealistas de lo que no nos supone sacrificio, como más o
menos hemos hecho siempre. Podemos ir al reciclón o apagar las luces y cerrar
el grifo cuando no consumimos. Hemos avanzado, pero insisto, en lo que no nos
cuesta.
Porque
si hay que rellenar la piscina de agua fresquita, pues se rellena. Si hay que
echar gasoil y darle a saco a la calefacción, pues se le da y si hay que irse
de vacaciones, pues coche y atascazo, como todo el mundo hombre.
Por
supuesto, estamos en Navidad, donde la bondad es un deber, y no me voy a privar
de luces, fiestas, consumo como si no hubiera un mañana y regalos como si yo
miso fuera Papá Noel, que incluso hoy te los mandan a casa en alguna
furgonetilla que será super ecológica.
Estoy
en el extremo, lo sé. Pero no seamos hipócritas hombre. Que queda muy bien
posicionarse sobre el clima y expandirlo por todas las redes sociales, pero
luego hay que ser consecuente y no esperar que este sea un problema de “los
demás”. Es tuyo y mio, igual que de Trump, de Xi Jinping o de un ciudadano de
Nueva Delhi o Moscú. La Tierra no entiende de gobiernos o naciones, entiende de
emisiones y de irresponsabilidades en el uso de los recursos (de todos), y lo
primero que tenemos que tener claro es que todos somos responsables.
Que
sí, que ya, que es verdad. Que los Presidentes de EEUU, China, Rusia y un largo
etc, pueden poner medidas drásticas de prohibición (porque son de prohibición)
a multinacionales y ciudadanos para reducir por ley esas emisiones. Pero digo
yo, ahora que estamos tan concienciados, ¿necesitamos que el límite nos lo
ponga el papá Estado? ¿No somos mayorcitos para entender que malgastar agua, o
comida, por ejemplo, juega en detrimento de otros? ¿En serio? Luego cuando restringen
las zonas centrales de grandes urbes nos cabreamos mucho…excepto los que viven
en ellas, que les mola porque les viene bien, pero cuidado, que no se lo hagan
en su pueblo cuando van.
¿No
somos, tal vez, un pelín hipócritas con todo esto? ¿No estamos trasladando a
Gobiernos un problema que es de todos? ¿No nos estaremos escudando en una niña
para liberarnos de la parte que nos toca, esa que sí nos supone un coste?.
No
soy sospechoso de aburguesamiento. Llevo desde los 17 años, cuando salíamos muy
pocos a protestar por la desigualdad, la violencia de género, la inmigración,
el clima… discutiendo con la mitad de vosotros porque “éramos unos idealistas”.
Repito, me encanta que ahora lo seáis también. Pero hacer vuestra parte
chavales. No esperéis que venga el gobernante de turno a prohibir. Ojo, y si prohíbe,
¿nos la saltaremos, como hacemos con los límites de velocidad?.
Me
enfada mucho, espero que se esté notando, cuando ponemos el problema en el otro
y hacemos como Zipi y Zape, la buena acción del día para “lavar conciencia”. Y
ya he hecho mi parte. Es como lo de los telemaratones, doy 50 euros y ya puedo
ser un cabroncete cuando pase la Navidad.
Amigos,
este es un problema muy serio. Todos debemos tomar conciencia real, con
acciones, incluso que nos supongan un sacrificio, para revertirlo. Tenemos que
alzar la voz, sí, pero para pedirle a los Gobiernos que se eduque a los que
gestionaran todo esto dentro de poco en unos valores, entre ellos el del
respeto a la Naturaleza.
Nos
estamos tirando los trastos todo el día con que, si eres rojo, morado, naranja,
verde azul o arco iris y sólo estamos de acuerdo con “lo nuestro”, cerrados en
nuestras ideas que son lo más, sin tener en cuenta ni reconocer las de los
demás. Y sin resolver eso, ¿queremos resolver un desastre que no somos capaces
ni de calibrar? Vamos a trabajar en el respeto, la tolerancia, la educación,
los valores sociales, de manera unida, y lo otro, vendrá como consecuencia…es
mucho más fácil, pero requiere de tú esfuerzo, de que no te cierres en banda
con lo “tuyo”.
Yo
sé que es posible. No me llames idealista.
#impossibleisnothing
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