La Oportunidad


Un día todo se vuelve gris. Nada sale bien. Parece que los males vienen juntos y que las nubes no se irán jamás. A veces se ve venir, a veces no. Da igual. Es la hecatombe. No hay salida. El mundo conspira en contra. Incluso nos mimetizamos con problemas lejanos. Es el fin…

Pero no. No lo es. Es el principio. Sólo hay que cambiar la perspectiva.

Lo sabéis. La palabra crisis, en algunas culturas, como la China, se transcribe igual que la palabra oportunidad. Son caras de la misma moneda. El yin yang famoso que estaba tan de moda cuando éramos adolescentes.

Los problemas, las caídas, los fracasos, los cambios, todo lo que nos saca de la zona de confort nos abre la posibilidad de reinventarnos. Y reinventarnos nos hace crecer, avanzar…

Esto no es nuevo. Viene desde que el hombre era primate. La necesidad de mirar más allá nos “obligó” a pasar de cuatro a dos patas. La necesidad de calentarnos nos “obligó” a manejar el fuego…y así hasta hoy.

Un tal Cervantes decía que la necesidad agudiza el ingenio. En realidad, él decía que el hambre agudiza el ingenio. Es verdad. Cualquier evento que nos pone contra las cuerdas, saca lo mejor de nosotros mismos. También lo peor si no somos capaces de gestionarlo. Pero la consecuencia de no hacerlo puede ser nefasta y el instinto de supervivencia, el más primario del ser humano, siempre se activa.

Me diréis. Eres un cachondo. Probablemente. No voy a ser tan ingenuo de pensar que, cuando uno está “jodido” o cuando se produce una desgracia colectiva, el pensamiento sea en la oportunidad. Ya sé que no. Todo parece el abismo. Es necesario tomar distancia para poder relativizar.

Aun así, no hay que perder la cabeza. La presión siempre nos hace reaccionar. Está en nuestra naturaleza. Pensar la cantidad de veces que habéis “hibernado” con decisiones importantes. Pero cuando llega el lobo, nunca os ha comido.

Porque mientras uno está vivo, siempre hay una salida. Estar vivo significa tener ganas de vivir, no sólo seguir respirando. Se puede ser un mueble que respira, pero no se está vivo.

Estamos en un momento de grandes cambios en la Historia de la Humanidad. Seguramente es el momento en que más información y desinformación hay disponible para todo el mundo, excepto para los de siempre. Las sociedades occidentales, con todos nuestros problemas, somos unos privilegiados. Jamás hubo un momento de bienestar así.

Y, además, la incertidumbre. La que parece que nos come. La que paraliza a muchos. La que genera histerias colectivas y tsunamis mediáticos.

Cabeza chicos, cabeza. Es la gran oportunidad de avanzar. Es el momento de remar juntos. Participar de psicosis sociales o de modas absurdas nos retrasa. Educación, valores, amor… es el camino.

Admiro a todo@s l@s valientes que nos enseñan a romper miedos. Cada un@ en su micromundo, que, sumado a otros micromundos, nos inspiran para un cambio real. Es momento de valentía y de vencer los “qué dirán”. Da igual lo que digan, miremos hacia adelante.

A día de hoy, con la inocencia del pasado, sigo confiando en las personas. Sé que el ser humano es un ser de luz, aunque de vez en cuando se empeñe en apagarla. La luz brilla. Está ahí.

Gandhi decía aquello de “primero te ignoran. Luego se ríen de ti. Después te atacan. Entonces ganas”. No va de ganar individualmente, sino colectivamente. Para ello cada uno tenemos la obligación de dar lo mejor de nosotros y superar nuestros fantasmas.
Estoy seguro que se puede.

#impossibleisnothing

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