Un noche tuve un sueño
Una
noche tuve un sueño. No fue un sueño agradable. Era una pesadilla surrealista.
Quizás
consumir series o cine había hecho mella en mí. De repente el mundo se volvía
un lugar hostil. Una epidemia arrasaba el Estado de Bienestar en el que había
vivido desde que nací y nos ponía a todos en modo alerta.
Era
absurdo. No podía salir de mi casa, ni ver a mis amigos, ni siquiera acercarme
mucho a mi familia. Hasta tenía que pedir a mi hermana que cancelara la fiesta
de cumpleaños.
El
trabajo se hacía complicado. Niños en casa asistiendo al cole online mientras mi
mundo laboral se convertía en un sinfín de reuniones telefónicas. ¿No querías
teletrabajo? Pues toma 50 tazas. La gente que tenía que ir físicamente a
trabajar se exponía mucho más, por lo que no me podía quejar.
No dejaba de dar vueltas en la cama...
Ir
a la compra era una aventura. Primero el ejército, sí, el ejército, podía pararte
para preguntar a donde ibas y se lo tenías que explicar. Si les convencías
podías llegar al supermercado, donde todo el mundo se miraba desconfiado entre
mascarillas y guantes. Pasar cerca de alguien generaba más tensión que la
reunión de primos en El Padrino.
Pasear
por la calle no era una opción. A lo mejor con el perro (no tengo) y a una distancia corta de tu casa. La cosa era muy seria y cualquier contacto cercano podía suponer
un contagio inminente.
Era agobiante...hasta la almohada parecía un bicho con patas...
Los
hospitales eran zona de guerra. Los médicos, sanitarios, etc, eran primera línea
de un frente gigante y de la lucha contra un enemigo desconocido. De repente,
el sistema Sanitario modélico que teníamos donde vivía, se había colapsado y se
necesitaba más que nunca arrimar el hombro y ser responsable. La Sanidad y toda
la gente que colaboraba con ella, se convertían en verdaderos héroes, aún a
costa de muchas bajas.
Menuda
pesadilla…
El
amor era prohibido. Multitud de parejas separadas, reconociéndose a través de
una pantalla. Nada de piel, nada de brillo en los ojos. Nada de contacto. Era
como la película de Ghost cuando tenía a su chica delante pero no podía tocarla.
Igual con las familias, padres, hermanos. Era muy triste verlos y no palparlos.
Sentirlos y no abrazarlos. Querer era virtual. Desgarrador, desmoralizador.
Seguía dando vueltas en la cama…
Era
un momento muy oscuro. Como en las series de zombies. Siempre gris. Siempre
frío. Sin apenas esperanza. Las bajas se incrementaban. Ni siquiera podías despedirte. Todo el mundo tenía a alguien en una situación grave. No había estado en una batalla de esas de las
pelis, pero se le parecía bastante.
Un
callejón sin salida…
Pero
sí había una salida. Siempre la hay. Imagino que os ha pasado estar en ese tipo
de sueños agobiantes y poder decidir, <<pues ahora no voy por aquí>>. O <<si me he
muerto, resucito>>. ¿Sabéis de lo que hablo?
Pues
esa noche, es ese sueño, decidí tomar las riendas. No podía rebobinar, pero sí
podía cambiarlo hacia adelante.
Primero,
pinté el paisaje colorido. Nada de gris. Sol, flores, mar, pájaros…el mundo que
yo conocía. No se había acabado, estaba ahí. Un arcoíris inmenso recorría el
firmamento.
Después
decidí que la cárcel acabaría. Vale, no podía salir de casa, pero eh, esto era
una epidemia y como no podía borrarla sí podía vencerla. Confinado, lejos de
personas con las que me moriría por estar un segundo, pero aguantaría. Ese
segundo llegaría, tarde o temprano. No tenía dudas. La clausura sería física,
pero no mental ni emocional. De esta, iba a salir.
El
sueño iba haciéndose más agradable, simplemente con reconducirlo en mi cabeza…
No
acababa ahí. Decidí que había que ser solidario con quien se estaba exponiendo
por el bien de todos. Aquellos que trabajaban para llevar, limpiar, transportar,
vigilar, cuidar, curar y un sinfín de cosas necesarias. Se la jugaban por mí y
me pedían una sola cosa: aguanta. Así que, ya podía esta plaga venir a por mí,
que no pensaba rendirme.
Y
en el sueño me fui encontrando muy fuerte…la imaginación rompía este maleficio
y era como si la poción mágica de Asterix me insuflara un chute de energía….
Pero
había más. Decidí que era un afortunado. Tenía herramientas para ver a mi
gente. Para casi tocarlos. Para casi abrazar, besar. No lo valoraba y caí
en ello. La tecnología, futo de un trabajo descomunal de mucha gente, me lo
ponía muy fácil ahora. Me humanizaba.
Recordaba
cuando mi tio abuelo se pasaba todos los días 4 horas en burro en la Alpujarra
para ir a ver a la chica que le gustaba, montaña arriba, montaña abajo. Eso era
duro. No podía quejarme.
La
pesadilla iba desapareciendo…
Decidí
que en mi sueño no podía haber tristeza. Por muchas ganas de llorar que tuviera,
tenía que esforzarme en repartir alegría. A través de un monitor o cuando me
acercaba a comprar algo, con la persona que me atendía. Tenía que transmitir esperanza.
Tenía la suerte de decir a los demás que sí había un mundo de colores un
poquito más allá. Habría un día después.
La
pesadilla se fue cabreando…estaba cerca del jaque mate.
Y
además tenía que vivir. Que seguir exprimiendo cada segundo. No era un encierro
voluntario, pero estaba vivo. Tenía muchas cosas y debía prepárame para el
minuto siguiente. Disfrutarlo, saborearlo y así llegaría el día de la
liberación. No podía recular. No podía dudar. La vida es maravillosa. Dejar de
vivir en vida es la peor prisión. No estaba dispuesto.
Entonces
la pesadilla se rindió y mi sueño, bonito y relajante llegó. Al día siguiente
tendría resaca, y sería dura. Las agujetas iban a ser de órdago. Pensaba que
era un símil a que la pesadilla hubiera triunfado y la histeria y el colapso
económico y social hubieran triunfado. Menos mal que no era así.
La
decisión de mantenerme vivo, de reconducir ese mal sueño...de explotar cada trocito de día, de convertirlo en
una fiesta... esa decisión, lo había cambiado todo. Me había abierto los ojos de lo
privilegiado que soy en este momento, en este lugar y el valor que tiene ser
libre.
La
resaca duró. Os aseguro que durará. Mientras tengamos actitud y determinación
sólo será un mal rato. Juntos será más fácil. Saldrá el sol.
Nunca
dejes de vivir, ni de soñar.
#impossibleisnothing
#quédateencasa
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