El camino de emprender

Este post es una traducción no literal,  con nuevos comentarios, del post “Entrepreneur: when the dream turns real” que alguno me pedisteis que escribiera en español. Gracias por vuestros comentarios y tuits (@David_de_Miguel)
Un emprendedor es una persona que sueña y  que además hace cosas para convertir el sueño en realidad. Todos somos emprendedores. Todos tenemos sueños e intentamos que alguno de ellos se convierta en realidad.
Cuando el sueño es transformar una idea o un proyecto en una empresa,  que cree empleo, contribuya a una mejora social,  obteniendo una rentabilidad, hablamos de un camino muy, muy difícil. Hasta en los casos más reseñables (Google o Facebook) el camino no deja de tener obstáculos.
Sin embargo, hay una seña de identidad que diferencia a estos emprendedores del resto de los mortales. Una seña de identidad que es capaz de lidiar con problemas aparentemente irresolubles, se llama ilusión.
“Si puede imaginarse puede hacerse”, decía Einstein. El emprendedor es la imaginación elevada a la máxima potencia. Siempre se puede. A veces el coste es muy alto, a veces los sacrificios son muy exigentes, a veces las cosas no son como se planearon. Da igual, la imaginación de alguien que rebosa de ilusión puede con todo eso.
Por supuesto la pasión es vital. Pero con cabeza. Una vez oí una frase que acabé haciendo mía (espero que su autor no me reclame derechos). Dice “piensa con el corazón, ejecuta con la cabeza”. El emprendedor no deja de pensar con el corazón, pero ojo, cabeza.
No es fácil ser emprendedor. Estamos acostumbrados a pensar que esos señores dueños de empresas surgen de la nada. Los vemos como exponentes del capitalismo salvaje y aunque envidiados, no se tiene muy buena imagen de ellos.

Habrá de todo, pero gran parte de esos señores empezaron de cero. Como cualquier emprendedor se la jugaron. Hipotecaron su casa, sacrificaron su tiempo, asumieron costes personales y la mayor parte se quedó en el camino. Algunos convirtieron el sueño en realidad. La pena es que después, muchos se olvidaron de ese camino que habían recorrido.

No pensemos así. El proceso por el que pasaron es admirable.

El primer paso, tener la idea. Para ellos genial, única, irrepetible… y comenzar a soñar. Se trata de cubrir una necesidad y que además se pueda convertir en un negocio.

En ese punto hay que decidir si soñar solo o acompañado (y no me refiero a una decisión de soltero en sábado noche). Esa decisión es muy complicada, lo condiciona todo. Se comparte el riesgo si vas acompañado, pero también se comparte la gloria y supone discusiones y tensiones. El sacrificio será el mismo. Lo más importante, dejar todo claro desde el inicio y… por escrito.

El  segundo paso es tener claro a dónde quieres ir. Algunos hablan de visión, misión, etc. No son tan importantes estás palabras como el fondo de las mismas. Lo importante es saber que, siendo quien eres, con unos valores y unas convicciones, quieres llegar a una determinada meta. El camino irá cambiando y a veces habrá que dar marcha atrás y tirar por otro sendero, pero siempre con el destino al que quieres llegar claro. Si no sabes a dónde quieres ir, ¿qué sentido tiene pensar en el cómo?

El tercer paso es el acopio de cafeína y cafeína y más cafeína. Es el momento de definir un PLAN, con mayúsculas. Definir un plan no es como en las películas hacer el dibujo magistral y que todo se cumpla a la perfección. Definir el plan es empezar a ejecutar con la cabeza, sin que la intensidad del corazón baje. Es saber cuáles son las alternativas y decidir por qué camino iremos. Son noches sin dormir y convertir tus sueños en tablas de excel.

Supone pensar en un montón de cosas sobre la que elaboraremos hipótesis e hipótesis, que después nunca sucederán y aún así ser suficientemente flexible para redefinir todo y adaptarse sobre la marcha. Supone la mayor demostración de fe y creencia en el sueño que se persigue.

Nada es imposible. Que nadie os convenza nunca de que no se puede, todo se puede, recordar la frase de Einstein. El matiz menos idealista es saber diferenciar cuál es el mejor momento y cuál el mejor modo de convertir lo imposible en posible.

El cuarto paso es pedir. A lo mejor no lo necesitas. En ese caso enhorabuena, porque es realmente difícil hacerlo sin alguien que te financie. Pero si no es así, no queda otra, es necesario buscar financiación. Si con la paga que te daban tus padres no llegabas, ¿Qué hacías? Pues era la hora de la visita a los abuelos, tíos, etc… Hay dos formas, la pública y la privada.

Desafortunadamente la pública es más una cuestión de propaganda electoral que de realidad. El Estado pondrá como mucho lo que tú hayas puesto, independientemente de las necesidades del proyecto. Y si no tienes nada para poner, pues pondrá muy, muy poquito para que el político de turno pueda vender que financia la creación de empresas incluso a los que no tienen. Falso, pone un subsidio o subvención pero no financia un proyecto. Y después nos preguntaremos…¿por qué España es el país con menor número de emprendedores de los “grandes” de la UE?. Quizás haya que cambiar algo, mucho más profundo que el sistema de decisión del político.

Pero de eso hablaré en otro post.

La fórmula de la inversión privada es cada vez más significativa. Los llamados Venture Capital o Bussines Angels, si creen en tu idea, apostarán por ella. Algunos lo harán sobre seguro, cuando ya esté funcionando. Otros lo harán con más riesgo, desde el origen. En este punto hay que hacer una mención especial a empresas como Telefónica (#wayra), IBM, Everis e inversores como Rodolfo Carpentier o los hermanos Cabiedes y a muchos más, menos conocidos, que han creado fondos para invertir en la creación de empresas. Un consejo, el inversor privado prefiere que le pidas más pero en un proyecto sólido a que le pidas menos para un proyecto en el que no hay una estrategia clara.

En cualquiera de los dos casos no hay que desanimarse. Recordar, nada es imposible y la financiación llega. Confiar, trabajar y pasará.

Y después llega la hora de la verdad. Papeles y más papeles administrativos. En España un calvario. Parece que eso va a cambiar y por fín se ha puesto foco, pero ¿por qué tanta burocracia?. ¡¡¡Tomen nota los señores de las elecciones por favor!!!

Y ¿ya?. NO. Que va. Es sólo el comienzo. A partir de aquí como se dice en las películas, empieza el baile. Desde este momento el emprendedor (o emprendedora por supuesto) se convierte en empresario/a y tras el sufrido parto, da a luz. Ahora hay que criar, educar, vestir, alimentar y sobre todo convertir a la criatura en buena gente. Es cuando empieza el reto de verdad, de generar empleo y de arrimar el hombro para conseguir un mundo mejor. Ah, ¡¡¡y todo eso de manera sostenible!!!

Millones de gracias y ánimo a quien hacéis esto posible todos los días.

Cuando alcancéis el sueño no os olvidéis de los que lo persiguen ni de cómo fue el camino por favor.

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